Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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El bueno, el malo y el Farías

El bueno, el malo y el Farías

Vamos a hacer el juego. Si el feo es César Farías, ¿quién sería el bueno de la triple fecha de las Eliminatorias sudamericanas? Messi, obviamente. Aturdido aún por los efectos del affaire que lo llevó, en un dos por tres, de Barcelona a París, el diez argentino se incorporó a la Albiceleste para estrenar la Copa América conquistada en Brasil. En el primer partido, contra Venezuela, aportó en la generación de juego y fue protagonista de la jugada más violenta del partido, en la que un descontrolado Luis Martínez estuvo a poco de partirle la pantorrilla. El segundo juego, que prometía ser la revancha de la final contra los de Tite, lo tuvo en plan más amiguero con Neymar y Dani Alves, tras el fiasco de la suspensión. Llegó el tercero, contra Bolivia, el rival ideal para lucirse. Y así lo hizo: anotó un triplete, entre ellos un golazo digno de sus mejores tiempos, el primero que colocó desde afuera del área al palo derecho de Lampe, a quien solo le faltó pararse a aplaudir.

El malo es, definitivamente, Brasil, no su Selección, que sigue invicta y a la cabeza de la tabla de posiciones, sino su dirigencia y, acaso, su clase dirigente en general, empezando por su impresentable presidente. El bochorno del pasado domingo, que incluyó el torpe ingreso de unos funcionarios sanitarios al campo de juego en el que ya se enfrentaban brasileños y argentinos, fue un indicador inequívoco del hazmerreír en que se ha convertido el país más grande de Sudamérica desde que está en manos de un exmilitar fanático y descocado con más afinidad por los caballos que por muchos seres humanos.

Farías, el DT venezolano que (¿aún?) entrena a Bolivia, es el feo incontestable de esta película. Feo y no malo, porque no lo veo como un mal adiestrador: algunos de sus partidos al mando de la Verde revelan algunas ideas dignas de atención. Feo y no bueno, porque su trabajo al frente de Bolivia tiene contadísimos éxitos: alguna victoria en La Paz y un par de empates en tierra extranjera. Feo y nada más que feo, porque sus últimas actuaciones lo han revelado como un oportunista más pendiente de hacer buena letra con el mandamás de la FBF, Fernando Costa, que de buscar mejoras genuinas en el seleccionado. No otra cosa confirmó su apuesta insensata por hacer jugar a Enoumba y, sobre todo, Algarañaz, dos jugadores promedio del fútbol boliviano, a los que solo habría que recurrir en situaciones de emergencias, y no así para congraciarse con el jefazo, dueño del club de los futbolistas en cuestión, y con ello asegurarse siquiera unos meses más de un jugoso salario. Feo, pues. Feo con “f” de Farías.

DIOS ES REDONDO

SANTIAGO ESPINOZA 

Periodista

@EspinozaSanti