Como la Selección, vuelvo al ruedo frío y a media máquina, con muchas ganas, pero sin la preparación necesaria para satisfacer expectativas (propias, obviamente). Pasé semanas enteras sin ver un solo partido completo. La única excepción fue el encuentro entre el PSG y el Reims, que seguí por televisión más atento a la banca de suplentes que al césped. Como otros tantos millones me sometí a 90 minutos de fútbol liguero francés por la promesa del debut de Messi fuera del Barcelona. El argentino ingresó faltando unos 25 minutos para el final de un cotejo que ya estaba resuelto a favor de los parisinos, gracias a dos goles del -otra vez- frustrado fichaje madridista de la temporada, Kyllian Mbappé. No mucho más puedo decir de la extraña experiencia de ver a Leo con una camiseta diferente a la del club catalán y con un número distinto al 10. Habrá que darle y darnos tiempo para ver qué sale de este experimento más financiero que futbolístico.

El segundo partido que vi completo fue obviamente el de Bolivia contra Colombia, en el retorno de las Eliminatorias mundialistas para Catar. Se jugó en La Paz y, a juzgar por el buen desempeño de la Verde en las dos anteriores fechas clasificatorias, en las que le ganó a Venezuela de local y le empató a Chile de visita, alguna ilusión había de cara a meternos en la pelea por una plaza para el siguiente mundial. Pocos se animaron a hablar de la pésima Copa América que hicimos hace menos de tres meses. La vuelta de Martins, recuperado del coronavirus y con buena racha en la Selección y el Cruzeiro, atentó contra la sensatez que se imponía. Y ya sabemos lo que pasó. 

Bolivia dominó el juego, monopolizó el control del balón y, durante gran parte del partido, arrinconó en su campo a los de Rueda, que llegaron sin algunas de sus estrellas (Muriel, Mina). Y aun así mostró un nivel de regular para abajo, sin generar llegadas claras al arco de Ospina, tirando centros sin ton ni son, buscando a un goleador anulado por la defensa colombiana y/o aún lidiando con las secuelas de la COVID. Los jugadores sorpresa de la Copa América, Chura y Saavedra, hicieron un partido de lo más mediocre, por debajo de lo que exhiben en sus respectivos clubes. Hasta Lampe estuvo flojo, en el gol con que se pusieron en ventaja los cafetaleros. Tan mal jugó el onceno titular de Farías, que tuvieron que salir los suplentes para salvar el día: Enoumba y Saucedo. 

Dicen los números que aún tenemos chances de buscar un lugar en Catar 2022, pero un análisis de lo más elemental nos dice que si no ganamos partidos ni de locales, como nos viene ocurriendo, no llegaremos ni al del siguiente año ni a ningún otro mundial. Fin de la historia.

DIOS ES REDONDO

SANTIAGO ESPINOZA 

Periodista

@EspinozaSanti