Los indígenas, para cuidar bosques y tierras
27 de octubre de 2019 (21:58 h.)
Los pueblos indígenas se ofrecen al mundo como los guardianes de los recursos naturales a cambio de que les dejen gestionar sus tierras, una condición que está chocando frontalmente con los intereses de empresas y gobiernos.
Ocho representantes de más de 300 comunidades indígenas brasileñas hacen estos días una gira por Europa para denunciar que su país exporta muchos productos agrícolas procedentes de “tierras deforestadas ilegalmente y áreas protegidas”.
“Estamos alertando a los empresarios de que no compren productos que provengan de zonas de conflicto de territorios indígenas”, dijo a EFE Angela Kaxuyana, una de los líderes indígenas que tienen programadas reuniones con autoridades, compañías y activistas en 12 países europeos.
La deforestación de la Amazonía brasileña aumentó un 93% en los nueve primeros meses del año, según datos oficiales cuestionados por el presidente del país, Jair Bolsonaro, en medio de la polémica por los 30.901 focos de incendios registrados allí en agosto, la peor cifra de ese mes de la última década.
Grupos de derechos humanos han culpado a grupos mafiosos de talar los árboles y vender la madera, quemar luego los restos de vegetación y usar el terreno para ganadería y agricultura.
Brasil es el mayor de los nueve países que ocupan la cuenca amazónica, hogar de más de 30 millones de personas, incluidos pueblos indígenas.
“Queremos gestionar y preservar esos territorios que contienen biodiversidad, agua, bosques, aire y producen servicios ambientales no solo para nuestros pueblos, sino para el resto del mundo, aunque tenga un alto costo”, apunta el dirigente de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA) Tuntiak Katan.
Este ecuatoriano ha visto la fuerte degradación y la contaminación de ríos por la minería o la tala indiscriminada, que están “quitando el modo de vida de las comunidades y empobreciéndolas”.
Pide apoyo para modernizar su economía para poder “usar los recursos pero también preservarlos”, si bien esto último “parece molestar a ciertos gobiernos”.
Los pueblos autóctonos, que suman el 5% de la población mundial, representan el 15% de los pobres, entre otras razones por la pérdida de control sobre sus recursos.
Muchas de esas comunidades están siendo perseguidas cuando se oponen a grandes proyectos de industrias extractivas, agroindustria, infraestructuras y tala de árboles, como recogen los informes de la relatora especial de la ONU sobre pueblos indígenas, Victoria Tauli-Corpuz.
Según la ONG Global Witness, en 2018 fueron asesinados 164 líderes indígenas y ambientalistas, principalmente en Filipinas, Brasil y Colombia.
Ocho representantes de más de 300 comunidades indígenas brasileñas hacen estos días una gira por Europa para denunciar que su país exporta muchos productos agrícolas procedentes de “tierras deforestadas ilegalmente y áreas protegidas”.
“Estamos alertando a los empresarios de que no compren productos que provengan de zonas de conflicto de territorios indígenas”, dijo a EFE Angela Kaxuyana, una de los líderes indígenas que tienen programadas reuniones con autoridades, compañías y activistas en 12 países europeos.
La deforestación de la Amazonía brasileña aumentó un 93% en los nueve primeros meses del año, según datos oficiales cuestionados por el presidente del país, Jair Bolsonaro, en medio de la polémica por los 30.901 focos de incendios registrados allí en agosto, la peor cifra de ese mes de la última década.
Grupos de derechos humanos han culpado a grupos mafiosos de talar los árboles y vender la madera, quemar luego los restos de vegetación y usar el terreno para ganadería y agricultura.
Brasil es el mayor de los nueve países que ocupan la cuenca amazónica, hogar de más de 30 millones de personas, incluidos pueblos indígenas.
“Queremos gestionar y preservar esos territorios que contienen biodiversidad, agua, bosques, aire y producen servicios ambientales no solo para nuestros pueblos, sino para el resto del mundo, aunque tenga un alto costo”, apunta el dirigente de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA) Tuntiak Katan.
Este ecuatoriano ha visto la fuerte degradación y la contaminación de ríos por la minería o la tala indiscriminada, que están “quitando el modo de vida de las comunidades y empobreciéndolas”.
Pide apoyo para modernizar su economía para poder “usar los recursos pero también preservarlos”, si bien esto último “parece molestar a ciertos gobiernos”.
Los pueblos autóctonos, que suman el 5% de la población mundial, representan el 15% de los pobres, entre otras razones por la pérdida de control sobre sus recursos.
Muchas de esas comunidades están siendo perseguidas cuando se oponen a grandes proyectos de industrias extractivas, agroindustria, infraestructuras y tala de árboles, como recogen los informes de la relatora especial de la ONU sobre pueblos indígenas, Victoria Tauli-Corpuz.
Según la ONG Global Witness, en 2018 fueron asesinados 164 líderes indígenas y ambientalistas, principalmente en Filipinas, Brasil y Colombia.
“Cuando los gobiernos ceden terrenos para producir productos agrícolas en zonas que son bosques de los indígenas, está haciendo más pobres a esas personas”, señala Tauli-Corpuz, que exige respetar los derechos de esos pueblos, capaces de “sostener la biodiversidad en el mundo” con sus conocimientos.
Por Belén Delgado