Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 17:42

Virtual no es alternativa para una educación de excelencia

Virtual no es alternativa para una educación de excelencia

Incomprensible la retracción o escasa generosidad  de los involucrados en el sensible ámbito de la educación al no pronunciarse  sobre sus experiencias  con las clases virtuales forzadas por la actual pandemia.  No se debe ser timorato  cuando se trata de la educación de los niños,  jóvenes, adolescentes y de los propios profesionales que ejecutan posgrado, que constituyen la fortaleza intelectual y certeza de progreso para una nación. Esta experiencia es un trasunto valioso  de la medición  que deben elaborar los facilitadores o  profesores sobre la asimilación del contenido temático que  imparten, después de cada clase virtual.

El aporte de los educadores  y educandos sería inapreciable para prever el futuro y asumir disposiciones favorables para la población cuando eventualmente irrumpa otro estrago sanitario como el actual y se sufran limitaciones en la traslación y en la libertad de tránsito, por precaución.

Lo que se percibe y constata, por experiencia propia,  es que la educación virtual, como es lógico por sus singulares características, impide  la percepción  directa de la gratificación en los ojos, en la expresión del rostro, en el lenguaje corporal como en el emitido  por el estudiante,  de la evidente aprehensión o no  del conocimiento dilucidado en clase. En la clase virtual  no  se genera la extrospección que es la observación de la conducta del estudiante para conocer su vida psíquica o conocimiento del otro, tampoco la necesaria competitividad en las respuestas  a las interrogantes del profesor  y la interacción es prácticamente nula como alcanza su máxima expresión en las clases presenciales.

Más preocupante es la actitud  de los estudiantes, naturalmente no todos, frente a las pruebas  de evaluación, en las cuales,  ante una medición parcial o final,  se evidencia que son dos o tres estudiantes  que absuelven el cuestionario con conocimiento y a resultas de un estudio del tema en muchas horas  con la finalidad de elaborar su propio criterio; un alto porcentaje copia.

Cuando se establece la tarea de elaborar un ensayo y medir su asimilación de los temas avanzados, como testimonio escrito de lo aprehendido y como ha metamorfoseado el estudiante ese conocimiento, se evidencia también que una mayoría copia, pues se detecta que no acumulan la habilidad ni destreza en la escritura  y el dominio del vocabulario para hacerlo sin atisbo de sospecha y encubrir la deshonestidad.

Otra de las actitudes deplorables de los estudiantes es su desacato a la máxima atención mientras dure la clase; dejan conectada la computadora y se dedican a conversar con otras personas ajenas al tema educativo, apartándose del hilo de secuencia  de aprehensión de un conocimiento, imprescindible para su ingreso  en la memoria y, para que quede consolidado definitivamente en la misma, se debe obligatoriamente repasar el tema impartido en clase haciéndose cuestionamientos personales  sobre dudas o  certezas, en un periodo no más largo de tres o cuatro horas  después de concluida la clase.

Así, con este proceso, se logra el máximo aprovechamiento para recurrir al conocimiento aprehendido cuando se lo necesite, gracias al maravilloso órgano de la memoria. Cicerón llamaba a la memoria  (sic). “El tesoro de todas las cosas”, como una de las facultades que favorecen al humano; es un órgano nemotécnico que  nos prescribe la necesidad de refrendar  lo atendido  o aprehendido en clase con un diligente repaso a las tres o cuatro horas de sucedida la clase.

Las clases presenciales son únicas e insustituibles desde épocas arcanas y, con imaginación, cuidado extremo en la participación de solo estudiantes vacunados con certificado, medición de temperatura a todos antes iniciar la clase, uso obligatorio de la mascarilla  y la distancia mínima de 1.50 a 2.00 metros entre banco y banco; así, con esos extremos y prolijos cuidados se puede retornar a las clases presenciales.

Naturalmente, ante la gravedad de la pandemia que registra su segundo año  de mórbida presencia, todos debemos  cooperar  hacia una óptima educación de los jóvenes, pues sin ella no habrá futuro.

FORO

RAÚL PINO-ICHAZO TERRAZAS

Abogado, posgrados en Derecho Aeronáutico, Arbitraje y Conciliación

[email protected]