Policía gusarapienta
El epígrafe nos infiere a la concepción de un importante bien institucional que despierta en la población seguridad, tranquilidad y esperanza de paz perdurable por su solvencia y formación, empero, se corrompe, pudre y se aparta de sus deberes fundamentales establecidos en la Constitución Política del Estado y en sus propios estatutos.
La acepción “el pueblo y la sociedad en oposición al Estado” asume relevante importancia, también la definición de sociedad de Estado y de los correspondientes usos estatales y técnicos, que están en oposición a los usos sociales orgánicos y costumbres anteriores aceptadas. Así, la sociedad de Estado y los usos de Estado conllevan, fundamentalmente, procedimientos pacíficos y coercitivos y de organización que se oponen a los procedimientos de grupo primario, voluntario e irregular.
Esta fase acerca a la completa comprensión de la vital importancia de la Policía que se regirá estrictamente a los procedimientos pacíficos y coercitivos, de la C.P.E. y de organización estatutaria, que garanticen efectivamente, sin resquicios, la paz social y un comportamiento individual y grupal que respete sagradamente los derechos del otro.
Para ello, un cuerpo policial desde los que ingresan con esperanzas de futuro cierto y estudian para obtener esa calidad de servidor público, hasta los que ejercen los diferentes mandos deben conocer, asimilar intelectivamente y aplicar completamente la conciencia moral, parte de la Lógica Formal, que evita cualquier atisbo de corrupción y es un detente poderoso para militar, obedecer, actuar y ordenar una vida profesional impecable.
La conciencia moral es un sistema de pensamiento y sentimiento con el cual una persona hace frente a los problemas de conducta; la conciencia es moral en el sentido que determina lo que es bueno o malo para una persona concreta en una situación determinada, en este caso todo el cuerpo de la Policía.
Esta corrupción es aspiral y se inicia desde los jóvenes que ingresan a la Academia con honestos bríos para servir a la población, sin embargo, en su plan de estudios no están contemplados los estudios profundos de la conciencia moral y la Deontología profesional. Una vez en la actividad están sujetos a la verticalidad de las órdenes superiores de quiénes ya están irremediablemente contaminados y hacen de este ejercicio corrupto, para enriquecimiento personal, una costumbre.
Lo que sufre la Policía como Institución tiene su génesis en décadas atrás, siendo un reflejo auténtico e inequívoco de lo que sucede con la justicia actual. Asimismo en lo político su accionar no trasunta lealtad pues ignoro varias veces que no debe deliberar.
Para estos males morales y materiales la solución estriba en la total reorganización: reformando los planes de estudio, para ir a la base, y sus estatutos, estructurándolos acorde a las necesidades, evolución y modernidad de la sociedad, no a las de la Policía.
No existe en las sociedades modernas otro servicio más dignificante que servir a la población y la Policía es la institución que más cerca está a aquélla, antes que las Fuerzas Armadas, sin embargo, la defrauda.
La negligencia, que la sufre el pueblo, la comparte en similar dimensión el Estado con los sucesivos gobiernos que no se animan a una reestructuración total en todos los segmentos que los propios policías honestos la desean, pero no la piden abiertamente pues los desafectan.
FORO
RAÚL PINO-ICHAZO T.
Abogado, posgrados en Derecho Aeronáutico, Arbitraje y Conciliación; Filosofía y Política