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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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El mar, la culpa y el invasor

El mar, la culpa y el invasor

Similar al análisis que realizamos  frente a nuestros problemas,  en régimen natural son nuestros padres los que influyen, porque de ellos recibimos la formación inicial, entre ellos los primeros marcos de referencia veraces  e  irrefutables.  Aquí surge la culpa como un sistema que es utilizado  para el mal,  pues la culpa nunca libera a nadie.

En el centenario problema del mar  y territorios usurpados por la vecina nación por evidenciarse una invasión y ausencia de declaración de guerra como exigencia jurídica del Derecho Internacional, que devino como consecuencia  en la ocupación ilegitima de territorios bolivianos con salida al mar, persistiendo ad aeternum la culpa que corroe al otro por violación del Derecho Internacional  y ufanándose de su ilícita acción, ayudado inequívocamente en la época por algunas potencias extralimítrofes y países vecinos.

 ¿Quién o quiénes en gobiernos e instituciones sucesivas asumen la culpa de esta mediterraneidad? Verazmente la culpa  radica en nosotros, pues es un trasunto de la insuficiente profundidad en la formación  de nuestros gobernantes y diplomáticos  que la esencia del problema lo exige. El programa de estudios diplomáticos es amplio y ambicioso, pero no se obtiene calidad intelectiva si se vencen las materias tangencialmente. 

No es una afirmación que sindica solo a otras décadas de nuestra historia; hoy en pleno siglo XXI continúa la endémica rutina en los programas de formación de nuestros diplomáticos; un gran número de ellos, sino todos, no tienen el dominio (hablado y escrito) de lenguas extranjeras como el inglés, el alemán o francés y el español deja dudas confirmadas en su ejercicio por la errónea aplicación de la sintaxis y dicción.

En la formación académica debería estudiarse la historia boliviana intelectivamente, no como una simple lectura, debido a que deberían extraer sus propias conclusiones en respectivos ensayos, porque ese esfuerzo les arrima a un consolidado criterio para argumentar por la patria irrefutablemente en todo foro.  

Como el programa es ampuloso, los estudios no se centran a la exigencia en cada materia. Por ello se imparten solo conocimientos de política exterior, cultura general, Derecho Marítimo (mínimo maestría), Derecho Aeronáutico que no está incluido en el plan de estudios siendo un país mediterráneo y la aeronáutica es un sector estratégico para el país (también a nivel maestría) y otros requerimientos de orden personal como la oratoria, la deontología del profesional, pues todo diplomático boliviano deber ser profesional, y un sentido de pertenencia sin límites. 

No existe una política definida sobre  la recuperación de nuestras costas, que sea inmutable, inderogable, coherente y aplicable en sentido estricto por todos los gobiernos y específicamente por los diplomáticos y negociadores; en este tema la cancillería de otro país nos aventaja plenamente, pues su posición siempre fue monolítica, es decir, coherente y homogénea.

Sin embargo, pese a esta realidad negativa que se puede corregir con decisión, ajuste al programa de estudios e inteligente sentimiento patriótico, la más encontrada enemiga del progreso de nuestra diplomacia es la política con el usual nombramiento de embajadores sin formación diplomática y a funcionarios de segundo nivel que son vitales para la continuidad, a placer del que manda, de las Asambleas comprometidas por intereses inconfesables o por el  que dispone de mayores influencias.

El esquema culposo se lo utiliza para  cargar al otro con nuestras propias mediocridades, y nos conformamos básicamente con  culpar al gobierno, a la sociedad; pero el gobierno lo elige el pueblo y el pueblo somos todos, a la sociedad, empero, la sociedad somos todos y así sucesivamente se puede culpar por la pérdida de nuestras costas hasta al clima.

No se crea, en un análisis equitativo, que el invasor no tiene problemas, los tiene con tres de sus vecinos por su endémica política expansionista a costa de la ilegitimidad, eventos recogidos en la respectiva historia de cada país perjudicado, para el estudio de sus futuras generaciones.

Como es una costumbre, lo fácil es seguir con la rutina, porque es lo seguro, es decir, consensum faci lege, que significa el consentimiento hace la ley y ningún boliviano debe consentir la usurpación, entonces, debería surgir  la palabra que lo resuelve todo: responsabilidad en el tema del mar.

FORO

RAÚL PINO-ICHAZO T.

Abogado, posgrados en Derecho Aeronáutico, Arbitraje y Conciliación; Filosofía y Política

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