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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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El latín, preceptivo para jueces y abogados

El latín, preceptivo para jueces y abogados

Hace unos días leí una apología correcta y pertinente al idioma latín. Ahora, liberándome del análisis del artículo que es eminentemente filológico, deseo escribir sobre la inequívoca indefectibilidad del uso del idioma latín para jueces y abogados en pos de una óptima comprensión de las palabras y la interpretación de las leyes.

En los países europeos se exige el estudio profundo del latín en el bachillerato, sobre todo en Alemania donde lo experimenté, pues los pedagogos entienden que ese idioma es un bastión ineludible para la mejor comprensión semántica de las palabras, su etimología y sus exigencias para cada caso.

La idea humanística la encontramos en los sitios inverosímiles, así, Isaac Newton escribía: “Tenían un verdadero significado las palabras  theos y deus (dios) para los griegos y latinos antiguos, pero nosotros, cambiando el significado de sus palabras, hablamos en forma corrupta sus lenguas”. De la contundencia de la afirmación de este erudito, debemos asentir que existe una tendencia a cambiar  el significado de las palabras para interés propio y convencer como lo hacen usualmente los políticos y abogados; por ello Newton escribió en latín, porque esta práctica con el latín estaba empezando a  abandonarse, empero, hasta entonces, escribir en latín había sido la primera opción razonable para quienes escribían sobre ciencia o filosofía.

El latín registra entre sus logros el haber estandarizado las lenguas vernáculas, europeas, no solo las romances, sobre todo genera un efecto dual: el genético y el sincrónico que es semejante a la influencia del inglés sobre el español.

Para que el lector observe ejemplarizadas estas afirmaciones de la necesidad de saber latín para jueces y abogados, escribo lo que significa sentencia en un buen diccionario: resolución judicial  en que se decide definitivamente en un juicio o en un proceso, sentencia de muerte; dictamen, parecer, proposición, enunciado. Destina una cosa para un fin generalmente negativo; sentenciar un libro a la hoguera.

La sentencia en latín para esclarecimiento y trabajo intelectivo de jueces y  abogados reza: pensamiento, opinión, parecer expresado públicamente; quot homines, tot sententiae, que significa tantas opiniones como hombres, cada uno tiene su opinión; mea sententia, a mi entender; in hoc sum sententia, ut, mi opinión es la siguiente: sententiam dicere, expresar una opinión, sententiam rogare aliquem, pedir a uno su opinión, ex senatus sententia, que significa la obligatoriedad del juez en consultar la legislación comparada; de acuerdo a la opinión del legislativo, in sententiam alicuius ire, estar de acuerdo con uno. Esto último, además de las otras posibilidades de pensar que nos prescribe el latín, merece definir que estar de acuerdo con uno en la sentencia significa que el juez debió haber consultado a su conciencia moral antes de sentenciar, lo que le obliga a un arduo trabajo intelectivo, entonces, la sentencia se aproxima a la verdadera justicia. Se patentiza la cantidad de auxilios semánticos que  brinda el latín para una sola palabra.

Otro ejemplo paradigmático es la palabra interpretar que contempla explicar, alicui ius, a uno el derecho// traducir// interpretar, entender mal o bien, que significa que siempre estamos proclives a interpretar mal, o bien cuando nos ceñimos al latín y a las normas de interpretación, tomar uno u otro sentido, bene male o perversae, que significa  entender mal una palabra o con sentido perverso, que es lo que sucede en las fundamentaciones de una sentencia cuando no se respetaron los sistemas de interpretación: gramatical, exegético, filosófico, histórico y  filológico.

La morfología del latín está determinada por sus cinco declinaciones que nos conceden mayor amplitud en la propia posibilidad de las palabras. Todo buen juez y abogado pueden consagrar su vida a escudriñar (vea las posibilidades de  la palabra escudriñar y se convencerá) los secretos  de la latinidad clásica, sin obligación de remontarse  a  los antecedentes y sin unirla con la latinidad posterior, y aun serán insuficientes sus afanes  y su vida para descubrir  el mundo que la latinidad clásica le ofrece.

FORO

RAÚL PINO-ICHAZO T.

Abogado, posgrados en Derecho Aeronáutico, Arbitraje y Conciliación

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