Decisiones masculinas en la COP 26
La reciente reunión climática mundial en Escocia para atenuar ostensiblemente el efecto invernadero y la obtención de un objetivo de 1,5 grados o menos de calentamiento global, como una aspiración indeclinable de los jóvenes que lideran esta caótica situación actual del planeta y no aceptan las endémicas posiciones decimonónicas de los políticos, no genera ningún resultado fehaciente y positivo para la población mundial, sobre todo para los desposeídos y olvidados, que son la mayoría.
Estas expectativas legitimas de la comunidad mundial que no decide, pero que es la esencia de este mundo y con rapidez progresiva, asume una conciencia real sobre la presunta y futura inhabitabilidad de nuestro planeta, si no se prescriben, sin dilación, medidas draconianas para sobrepujar los intereses de las potencias que deciden, sobre todo, en la reducción drástica de la utilización de fósiles, carbón y la irreparable deforestación.
La mujer no ha intervenido estelarmente en las decisiones fundamentales en este cónclave mundial, porque persiste la proclividad a no aceptar disimuladamente o limitar el porcentaje igualitario en las decisiones de los gobiernos.
Es una antinomia no reconocer la imprescindible opinión y decisión de las mujeres que perciben e identifican mejor la realidad debido a su intrínseca e inimitable naturaleza de constituirse en la óptima observadora y recolectora de experiencias invaluables in situ de los pueblos originarios, que es el ámbito preciso para cotejar y mensurar los cambios climáticos.
El medio del individuo es fisiográfico, bionómico, económico, cultural (material y no material, institucional y simbólico) y personal-social; y en los grupos sociales es la mujer que destaca con su participación en los cambios, sobre todo en las comunidades originarias donde se erige como conductora de la vida cotidiana y la que introduce las salvaguardas adecuadas cuando los cambios climáticos afectan a las actividades agrícolas y de sustentación.
La mujer utiliza sabiamente la naturaleza misma para paliar los trastornos climáticos y preservar la salud de los pueblos. El medio es el campo de adaptación de cualquier organismo vivo, y la mujer es el bastión de recursos educativos y formativos para esta adaptación armónica y afrontar a los medios geográficos como el conjunto de fenómenos naturales que afectan el desarrollo de la vida física y social, como clima, temperatura, estaciones, influencia del sol, cantidad de lluvias, sequías, inundaciones, suelo, minerales, altitud y latitud, entre otros.
Como un hito más en el avance de la mujer en pos de la igualdad en las determinaciones que atañen a todos, en esta reunión se obtuvo una participación superior de la mujer en relación con la misma realizada en París, empero, no es suficiente.
FORO
RAÚL PINO-ICHAZO T.
Abogado, posgrados en Derecho Aeronáutico, Arbitraje y Conciliación
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