Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Un 3 nació Sucre

Un 3 nació Sucre

El 3 de febrero se inicia el año escolar porque se conmemora el nacimiento de Antonio José de Sucre, a quien me une haber rescatado 17 tomos de sus cartas, editadas por la Fundación Vicente Lecuna. A diferencia de Napoleón o de Bolívar, tanto más de Olañeta, Sucre no era retórico sino hombre de estado mayor, ordenado y objetivo. Por eso sus cartas rezumaban tanta información que allí encontré una novela; pero, a diferencia del común, había que abreviar antes que inventar tantos elementos. 

A medio escribir, percibí que Antonio José era un alma bendita y me acostumbré a encenderle una velita y a invocar su alma para que guiara mi modesta pluma. De este modo salió “Qué solos se quedan los muertos”, acaso la biografía más completa del personaje, porque en América Latina es un astro de segunda magnitud, que vino a fundar Bolivia, se rebelaron contra él, lo hirieron y depusieron, sin saber que Sucre lanzó dos paquetes económicos, que creó de la nada un Estado y lo dotó de infraestructura expropiando conventos; pero, además hizo la primera reforma educativa, tan audaz que quería colegios mixtos y gratuitos, donde concurrieran huérfanos y huérfanas para no repetir los prejuicios sociales de sus padres, pensamiento que preconizó su ministro de Educación, Simón Rodríguez, maestro de Bolívar.

De inmediato, la sociedad colonial se le fue encima y calumniaron a Rodríguez hasta obligarle a renunciar para dejar las cosas en ese estado de pax colonial, con educación elitista y solo para varones.

Hay cosas que no se nos dice en la escuela: por ejemplo, que Sucre no combatió en Junín, acaso por motivos políticos porque Bolívar era un “quedabién” y le sugirió que siguiera a la retaguardia del Ejército para recoger el parque, dar sepultura a los muertos y rescatar a los heridos. ¿Cómo podía instruirse todas estas pequeñeces al segundo hombre del Ejército Libertador? Para solucionar el impasse, Bolívar instruyó que Sucre comandara el Ejército en Ayacucho.

Sucre sentía devoción sincera por Bolívar, y esa extrema lealtad incluso lo perjudicó; pero así como se deshacía en elogios sinceros, hallaba las palabras para recriminar a su jefe con acritud. Un comentario más: Gustavo Medeiros me contó que en la feria del libro de Lima fue figura un escritor colombiano que publicó una novela sobre Sucre y en ella agradece la lectura del libro de Ramón Rocha Montoya. Una equivocación, porque mi segundo apellido es Monroy; pero estoy acostumbrado a esos cambios de nombres: me llamo Ramón pero me dicen Manuel. En fin.