Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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La Sombra del Tambor

La Sombra del Tambor

Ya me entregó mi novela La Sombra del Tambor la Editorial Mefistofelia, en una magnífica edición ilustrada por Gaby Gómez-García Vargas y Rodrigo Alarcón Moscoso; y con algunas variantes que debo aclarar.

Hace ya varios años publiqué en Santa Cruz esta novela y el editor comentó que a la mitad yo había flojeado. Un crítico publicó dos líneas sobre ella en La Paz, diciendo que era un chenko total, con lo cual defenestró mi novela, que nunca mereció ningún comentario ni tengo certeza de que la haya leído nadie.

Debo decir que ambas críticas tenían la razón: la primera porque al parecer flojeé a la mitad y la segunda, por lo que diré a continuación.

Mi novela es un contrapunto entre el presente y el pasado de la guerrilla de la independencia detrás del Tunari, de la cual hay testimonio escrito, el Diario del Tambor Vargas, el único diario de campaña de entonces.

José Santos Vargas es el comandante aludido; era lugarteniente de Eusebio Lira, un campeón, sin duda, de esa guerrilla, de quien no había memoria en Oruro, ciudad del Pagador, aunque hoy ya le erigieron monumento al Tambor, mientras al Pagador, que le dio nombre a Oruro, se le retacea su carácter de héroe, pues al parecer era solo empleado de Jacinto Rodríguez, el verdadero héroe olvidado por la historiografía oficial, en esta época en que se revisa nuestro pasado histórico para contar la otra historia de Bolivia, sin fechas ni batallas ni gestiones presidenciales, pero sí con procesos que sostuvieron este árbol añoso e indestructible que hoy es Bolivia, y con héroes hasta hoy anónimos, de los cuales el Tambor publica una breve biografía en su famoso Diario.

La novela juega con una pareja joven que se traslada hasta Mohosa, quizá con las mismas dificultades que en tiempos de la guerrilla, donde él, que es ingeniero, dirige la construcción de un puente, que comunicará Cochabamba y La Paz por una nueva carretera. Preocupado por su obra, el ingeniero vuelve a ella; su esposa decide quedarse en Mohosa y entonces la novela se afloja porque perdí al narrador por la dificultad de resumir un Diario tan copioso, pero también porque no tengo un segundo lector que me advierta sobre mis errores.

Gracias al celo de mi editora, pude volver a leer mi mamotreto para comprobar que ambas críticas tenían toda la razón. Por eso incorporé nuevos párrafos, para no permitir que el narrador se escabulla.

Invito a todas y todos a leer esta nueva versión y agradezco a Editorial Mefistofelia, a Alejandra Carranza, a su tía ilustradora y a Rodrigo, por una edición tan hermosa y sugerente.

OJO DE VIDRIO

RAMÓN ROCHA M.

Escritor, abogado, “cronista de ciudad”

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