Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 15:50

Dos proyectos inconciliables

Dos proyectos inconciliables

Las opiniones en el debate nacional reflejan dos proyectos inconciliables: uno, de cholo, indios y “los otros” y otro de los cawalleros que fundaron la República, con exclusión del 80% del electorado, incluido Bolívar, que redactó una Constitución para su hija predilecta, que excluía al electorado originario, y la repitió del río Bravo a la Patagonia. Porque él quería un gobierno de criollos, el cual no contemplara a los originarios.

Pero por dentro se venía una marejada encabezada por Evo, que ganó varias elecciones con una mayoría “contundente”, como se ha puesto de moda decir, y muy difícilmente la oposición derrotará en las urnas a esa opción ganadora.

Ellos pueden cometer los errores políticos que gusten, pero nosotros  no estamos en el MAS porque Evo es churro o la tiene más grande, sino por razones históricas.

En mi caso, hice mi camino de Damasco el 11 de enero. ¿Qué camino debía tomar frente a ese golpe de odio? Yo veía a mis amigas que tenían cercada a la ministra de Justicia Celima Torrico en El Prado y una jovencita muy guapa le grita: Ven, cobarde, a agarrarte a puñetes conmigo. Ahí cambié, aunque tuve que renunciar al 99% de mis amigos y me decidí por el MAS.

La oposición puede decir lo que se le antoje contra el régimen, pero yo no cedo. Aquí hay no solo una lucha de clases sino una lucha de castas muy jodida. De un lado está la gente “bien”; del otro, cholos, indios y “los otros”. Yo me alineo con estos.

Pero no quiere decir que renuncie a mis amigos: la vida es muy vasta y la política muy corta. Cuando eres niño o joven y tienes un nuevo amigo, no le has preguntado qué piensa políticamente. Lo aceptas, lo disfrutas y punto, y la ideología que adopte te importa un comino.

En Bolivia hay, pues, una confrontación entre dos proyectos inconciliables: de un lado, quienes quieren perpetuar sus privilegios coloniales: el apellido, la certeza de tener dinero por herencia, desde antiguo, y no ser nuevo rico; quienes se acostumbraron a dirigir, a no trabajar, a ser cawalleros; del otro, los pobres de la ciudad y del campo, las víctimas del progreso; los explotados de siempre; los que venden lechuga o son verduleras, frente a quienes jamás serían de esa condición.

Los primeros harán todo lo posible por desconfiar del voto popular, incluso de la democracia. Dirán todo, buscando que el frente mayoritario se divida. Pero, ellos, ¿cuándo?

OJO DE VIDRIO

RAMÓN ROCHA MONROY

Escritor, abogado y  "Cronista de la Ciudad"

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