Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
  • Actualizado 06:46

¡Oh, Cochabamba querida!

¡Oh, Cochabamba querida!

Hace tiempo que insisto en que más de la mitad del territorio departamental es trópico, es decir, tierras bajas: no solo el Chapare, Carrasco y Tiraque sino también buena parte de Ayopaya conforman ese espacio desconocido en nuestras propias narices.

En una visita al trópico cochabambino percibí en los numerosos y sofisticados restaurantes que no hay sombra del menú valluno: pique macho, fidius uchu, chicharrón, pampaku… Esos restaurantes valoran los frutos de la caza y la pesca del trópico nuestro. La Gobernación de Cochabamba dio el primer paso al reconocer el tambaquí como parte de Cochabamba capital gastronómica de Bolivia. El tambaquí es un pescado criado en las piscinas contiguas a casi todos los restaurantes de nuestro trópico y es delicioso.

Los numerosos programas cochabambinos se regodean con que somos una gran capital gastronómica, pero ¿cómo vamos a ser capital si ignoramos lo que sirven los restaurantes en más de la mitad del territorio departamental?

Para ser grande, para crecer como se merece, Cochabamba debe aceptar este extremo. Nuestra propensión natural es la de considerarnos fuertes, vallunos, imbatibles, pero ¿cómo vamos a ignorar a semejante jirón de nuestro territorio?

Nuestro trópico ha entrado en colisión con parte de la clase media de la cultura urbana, radicada especialmente en la capital, en Cochabamba, y no solo por las seis federaciones de cocaleros por razones políticas. Pongámonos la mano al pecho y convengamos en que en todo momento consideramos inferiores a esos ciudadanos y ciudadanas que buscaron en nuestro trópico una vida mejor.

Es posible esa actitud en el antiguo valle lleno de grandes haciendas, pero somos un departamento ligado al mercado interno. ¡Por todos lados limitamos con Bolivia! Tenemos territorio en tierras altas y tierras bajas. Somos el paso obligado del mercado de exportación entre la cuenca del Atlántico y el Pacífico, pero ante todo somos el ombligo del mercado interno. ¿Cómo entonces renunciar a nuestro trópico? La mayor represa de Bolivia sobre el río Ivirizu, la carretera de seis vías hacia Villa Tunari, la planta de urea y amoniaco, la conexión por carretera entre nuestro departamento y el Beni también pertenecen a nuestro trópico, es decir, a Cochabamba, un departamento excepcional para construir el mercado interno en Bolivia. Son temas nuevos en medio de los lugares comunes que abundan cada 14 de septiembre, como si el departamento se redujera a la capital.  

OJO DE VIDRIO

RAMÓN ROCHA M.

Escritor, abogado, “cronista de ciudad”

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