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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Un novelista chileno

Un novelista chileno

Hernán Rivera Letelier es un prestigioso novelista chileno, cuyo escenario es el norte de Chile, es decir, las salitreras que le fueron arrebatadas a Perú (el desierto de Tarapacá) y Bolivia (el desierto de Atacama), para entregárselas a los “gringos” después de la guerra del Pacífico, mientras el pueblo del sur chileno acudía a esas calicheras desérticas del Norte para ser explotado por los gringos, que vivían en cómodas residencias y hasta los serenos y cuidadores eran gringos. Vino el hallazgo del salitre sintético y Europa dejó de importar salitre y con eso se cerraron Oficinas que hoy pueblan esos desiertos con sus construcciones ruinosas, destechadas y abandonadas. Pero tuvieron su esplendor, consistente en centenares de miles de chilenos (algunos cochabambinos) que trabajaban de obreros y cada fin de semana hacían hervir su salario en numerosas casas de citas, donde reinaban las chucas, como se les decía a esas mujeres de honor abollado que se dedicaban al comercio de la carne. Esto cuenta Hernán Rivera, y dice que muchos trabajadores eran veteranos de la gloriosa guerra del 79, en la cual el ejército chileno “defendió” su salitre y se quedaron a trabajar en esas oficinas. Pero no dice nada de Bolivia o el Perú, ni menos del paso de esos desiertos a dominio chileno. Incluso la masacre de Santa María de Iquique, que cantan los Quilapayún, no explica que Iquique era el puerto de exportación del salitre, donde se instaló la gerencia general de las oficinas, que controlaba tanto el capital inglés como el alemán. Y que las decenas de miles de muertos en esa escuela de Iquique, si bien eran chilenos del sur, trabajaban en los desiertos que habían pertenecido a Bolivia y Perú.

No hay una sola referencia de Hernán Rivera a estos países que perdieron la guerra del Pacífico, a diferencia de Patricio Jara, el de El Mar Enterrado, que cuenta un episodio de esa guerra. El Pato Jara estuvo en Cochabamba, es de Antofagasta, y dice que a los antofagastinos les conmueve conocer la historia de sus ciudades, que fue anulada por la oligarquía chilena hasta hoy. Por eso les interesa saber de Bolivia.

Otro escritor chileno es Isaac Arce, quien tiene un libro muy interesante llamado Narraciones Históricas de Antofagasta, donde no niega el pasado boliviano de su ciudad. Los chilenos llamaban a ese lugar La Chimba, y el presidente Melgarejo lo bautizó como Antofagasta. Los chilenos se resistieron al cambio de nombre; que luego lo llamaban La Chimba de Antofagasta y, por fin, Antofagasta a secas.

OJO DE VIDRIO

RAMÓN ROCHA M.

Escritor, abogado, “cronista de ciudad”

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