Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
  • Actualizado 12:10

El domingo se cumplieron 5 años desde el referéndum de 2016, día conocido como 21F. Los propios protagonistas del 21F se llamaron "Pititas", en alusión a los bloqueos de las ciudades, que normalmente estuvieron huérfanos de gente, pero algunos llenos de Avengers y otros muñecos, incluso juguetes, que la malicia pitita delegó como sus representantes. ¿El motivo? Que el binomio Evo-Álvaro se hubiese postulado, pese a perder el citado referéndum. 

Evo-Álvaro ganaron las elecciones, pero de inmediato las FFAA y la Policía Nacional conminaron a Evo a que renuncie. Aún más: según declaraciones de Eva Copa, se obligó a los presidentes de las Cámaras a renunciar y se les impidió el paso al Congreso hasta hallar una pitita en la segunda vicepresidenta del Senado, Jeanine Áñez, quien resultó Presidenta interina del país y la banda presidencial le fue impuesta por un general de las FFAA en presencia del Comandante de la Policía Nacional. ¿Dónde estaban los pititas, todos civiles de entonces, que no le impusieron la banda?

Los pititas prefirieron guardar silencio. No lo guardaron del todo, porque “la nueva” ENTEL quiso lanzar crédito con el nombre de pitita y porque se escribió al menos dos libros: uno, La revolución pitita, con testimonios sobre las adhesiones a dicho movimiento, y otro, de Robert Brockman, sobre dicha “gesta” ciudadana.  

Algún comentarista de las redes dice que la denominación de pitita es “una invención del Evaristo”. Pobre Evo: le dicen Evaristo, que sus papás entendieron al revés el mito de Adán y Eva, que en realidad se llama Ivo y es hijo de “un yugoeslavo”, cuando es Evo nomás: Juan Evo. Lo argumentado hasta acá sirva para probar que ellos mismos, la gesta, el movimiento cívico, se llamaron Pititas.

Quizá el triunfo del binomio masista Lucho-David con más del 50% fue un rotundo mentís a estas pretensiones pititas, que los dejaron en completo silencio hasta el domingo. Un estudio revela que el binomio del MAS ganó con el 40% del voto urbano. Los pititas querrían quizás mantener el prejuicio de que el voto rural es del MAS y el urbano, de las diversas opciones de la oposición. Nadie salió a desmentir esa investigación del voto urbano; los pititas se mantuvieron en silencio. 

El domingo se realizaron marchas de pititas y se embanderaron algunas casas. Están en todo su derecho, pero nunca hay que olvidar el pasado ni el resultado neto de los bloqueos.    

OJO DE VIDRIO

RAMÓN ROCHA M.

Escritor, abogado, “cronista de ciudad”

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