Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Diálogo Nacional

Diálogo Nacional

Hasta hoy, los bolivianos hemos dado muestras claras de disciplina y aislamiento frente al coronavirus, en tanto el Estado ha mostrado las falencias del sector público para enfrentar la crisis. Es evidente que muchos de nosotros vivimos al día, de lo que producimos y vendemos, y que ya comenzaron a organizarse ollas comunes. Quizá los que todavía tienen ahorros dicen que en este encierro gastan menos, porque se limitan a hacer mercado y no comen afuera; pero los bolivianos que viven al día, no van a morir de coronavirus sino de hambre.

Urge, por tanto, un diálogo nacional, sin exclusión alguna, para encarar una crisis que está destruyendo no tanto la salud como la economía boliviana.

Gobierno y oposición están obligados a concurrir al diálogo nacional en homenaje a una población que acata la cuarentena por miedo, cuando debería acatarla por convicción y contribuyendo a la ausencia de políticas públicas para enfrentar una crisis que nos está destruyendo. Hay decisiones que toma el Gobierno, que no contribuyen a la salud de la población, porque son solo políticas. ¿Por qué apoyar la probable invasión a Venezuela por el ejército de EEUU? ¿Por qué reconocer a Guaidó? ¿Por qué saludar a la inteligencia israelí frente al pueblo palestino? ¿Por qué expulsar a los médicos cubanos, cuando deberíamos discutir la posibilidad de su retorno y de una importación masiva de Interferón? Quizá por eso la convocatoria debería salir de un organismo neutral: el tribunal electoral o las propias Fuerzas Armadas y que el diálogo discuta a fondo no solo las políticas de salud, sino las de reanimación de nuestra maltrecha economía, para lo cual es imprescindible la presencia de los empresarios nacionales.

En ausencia de políticas públicas, el pueblo boliviano está recurriendo a la quinina, que hicieron célebre los callawayas al controlar con ella el paludismo en la construcción del canal de Suez y el de Panamá. Hasta hoy, las autoridades del Gobierno nada dijeron de esa posibilidad, que es necesario estudiar con la mayor seriedad. La medicina callawaya es patrimonio cultural de la humanidad.

Ha mejorado el medioambiente; ya no hay incendios en el Parque Nacional Tunari, señal de que tal vez los responsables eran los loteadores. Las calles desiertas se llenan de palomas, langostas y otros bichos. Quizá, si esto sigue, hayan sapos y ranas. Pero las calles están desiertas y la ciudad vacía. ¿Vamos a tolerar el mismo número de automotores que antes o les vamos a aplicar restricciones? Este es otro tema que exige un Diálogo Nacional.

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