Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Un columnista de La Paz

Un columnista de La Paz

En la columna Yo, pitita, Robert Brockmann califica a su movimiento como gesta libertaria. No sé si antes o después presentó su libro, que fue respondido con el más absoluto silencio de los pititas. Probablemente se esmeran en sus ditirambos en privado, pero en la vida pública no hay evidencia. ¿Tanto les dolió el triunfo electoral del MAS con más del 55%? Si el MAS no ganaba, si había segunda vuelta, ¿cómo hubieran reaccionado los pititas? Una pauta la da Brockmann en su columna reciente: “El MAS lo ganó todo en las elecciones de 2020: mayoría absoluta –legítima–, ventaja de 20 puntos sobre el segundo, amplia base popular y reivindicación histórica. El gobierno del presidente Arce lo tiene todo”. 

¿Qué pasó Brockmann? Claro que a continuación se explaya diciendo que el MAS está tratando al resto del país como si fuera una fuerza de ocupación extranjera. ¿Desconfianza ante este movimiento pitita? ¿No le bastaba ese 55.10% de mayoría absoluta para respaldar al Presidente Arce? Brockmann expresa la reivindicación del movimiento pitita, es decir, de una minoría urbana; pero ¿cómo tener confianza con un movimiento que no ve la imposición militar y policial para el derrocamiento del presidente Evo? Dice Brockmann: “Veo, en las redes sociales, cada vez más frecuentes expresiones de desdén hacia lo que se ha convertido en una categoría: las “pititas”. Se ha vuelto algo así como sinónimo de simpleza de pensamiento, superficialidad, tontería en general”. Y agrega: “Las pititas, una colectividad nacional tan enorme como diversa y dispersa, son, somos, poseedores de una genuina victoria política en las calles, producto de una movilización espontánea, resultado de un ideal colectivo de democracia que estaba siendo violada y secuestrada. Somos autores y depositarios de la gesta democrática más importante en décadas de historia boliviana.” 

¿Qué unía al movimiento pitita? Lo dice Brockmann: el anhelo de que el MAS no vuelva nunca más. Habría que ver qué ocurrió con los partidos de la oligarquía, que se fueron al basurero de la historia después de la reforma agraria. ¿Vamos a tener confianza en este movimiento minoritario que reclama ser la expresión de todos los bolivianos? Hasta en la democracia norteamericana tan elogiada por algunos pititas si gana el Partido Demócrata, todos los Republicanos se van a sus casas, y viceversa. Dicen por ahí que en estas elecciones no se cumplió el pronóstico, pero ¿en las anteriores? La unanimidad es fascismo, pero en Bolivia, cada uno tiene su ideología y actúa en consecuencia.

OJO DE VIDRIO

RAMÓN ROCHA M.

Escritor, abogado, “cronista de ciudad”

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