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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Una carrera de filosofía

Una carrera de filosofía

Hace tiempo me invitaron a una reunión para planificar la creación de una carrera de filosofía, a la cual concurrí con gusto.

Había que sentar las bases de esa carrera y en mi intervención dije que de Platón a Kant y a Hegel, la historia de la filosofía se basaba en la primacía de la idea sobre la realidad, y si la realidad no coincidía, pues había que rectificarla porque la idea era inmortal, no se tocaba, era inmutable. ¿En qué te basas?, me preguntó un joven que se había graduado de filósofo en Chile. En Michel Onfray, le respondí y reaccionó con sorna: Ah, ese loco.

Ese loco tenía más libros que años y todos de 300 a 400 páginas. Lo descubrí o creí que, cuando en el aeropuerto de Santa Cruz una bella dependiente trataba de endilgarme un libro, no sé, de autoayuda o parecido, y alzaba el libro para descubrir La razón del gourmet, de Onfray. Llevé este último y gocé de su lectura. Le hablé de ese título a un buen amigo y este me envió en PDF la producción literaria de Onfray que ciertamente excedía el comentario gastronómico y se atrevía con los grandes de esta época: Platón, Marx, Freud. Hace poco ha emprendido la redacción de su obra maestra en tres tomos: Cosmos, Decadencia y un tercero todavía no traducido, que sigo esperando.

En su lectura me enteré de la fobia de Platón contra Pitágoras y de la filosofía griega en general contra los presocráticos, entre los cuales había pensadores que hacían bolsa el huero optimismo de Platón con la idea que desarrolló a inicios de la primera guerra europea, que no mundial la “generación del empute” que se inicia digamos con el existencialismo, que sigue con el cubismo, la generación beat, los hippies, Vietnam, el rock’n roll, el rock a secas, y tantas divisiones que hoy separan a los jóvenes de los viejos y que no terminan. Esto porque los viejos decimonónicos proclaman verdades inconmovibles, como el Bien, la Verdad y la Belleza, elementos a priori del pensamiento, que son válidos para toda la eternidad; pero ¿qué verdad, qué bien, qué belleza?

La cabeza de la discusión la zanjó con que había nomás que crear una carrera convencional, idealista, momento en el cual yo callé para siempre, porque fue la última reunión a la que me invitaron.

Me gustaría aconsejarle al joven que lea la contrahistoria de la filosofía de Onfray en cuatro tomos. A ver si así deja de repetir que es un loco. Pero quizá sea tarde, porque seguir con la versión adocenada de la filosofía como reino de la idea, le puede deparar hondas satisfacciones.

OJO DE VIDRIO

RAMÓN ROCHA MONROY

Escritor, abogado y  "Cronista de la Ciudad"

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