Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
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Ser boliviano y vivir la COVID

Ser boliviano y vivir la COVID

Esta crisis sanitaria tiene, por supuesto, numerosos elementos de novedad en relación con cualquier fenómeno histórico anterior del mismo tipo. Evidentemente, el avance de las tecnologías de la comunicación ha permitido una experiencia en la que la información permite tener una claridad estadística precisa del avance de la enfermedad en el globo terráqueo, el continente o el país propio. Todo esto tiene una indudable influencia sobre la configuración de la experiencia colectiva regular de la inquietud, la amenaza y la impotencia frente a la inexorabilidad de este evento sanitario.

Otro momento de novedad, sin embargo, está en el hecho de que las nuevas redes sociales han dado pie a la construcción de una opinión pública efervescente que avanza en tiempo real con la pandemia y que pone una fuerte presión sobre las diferentes acciones que los gobiernos realizan para frenarla en su territorio. Las tendencias de esta voz pública han sido, queda claro, diversas y variables en el tiempo; sin embargo, es importante reconocer también que hay algunas regularidades que pueden ser leídas en su estructuración y que se sostienen de manera estable a través del periodo de crisis que vivimos. 

Una de estas regularidades fundamentales es la interpretación de que tanto la primera, como la segunda y la tercera ola son hechos que “podrían haberse evitado”, pero que, a causa del “modo de ser” y el “comportamiento” de “nuestra gente” se consumaron costándole la vida a un conjunto de personas. A decir de estas interpretaciones, a este modo de ser boliviano le correspondería la “indisciplina”, la “falta de respeto por la vida del otro”, la “inconciencia” y la “ignorancia”. Tales los datos de la auto-representación que la opinión pública hace de lo que al menos sería un sector importante de “los bolivianos”, sector o masa sobre la que se sostendría buena parte de la culpa de la actual situación. 

Lo curioso (e incluso gracioso) de esta circunstancia, es que esta es exactamente la misma línea discursiva desarrollada por virtualmente todas las opiniones públicas de la gran mayoría de los países del mundo. Es exactamente el mismo canto que se escuchaba en Chile, por ejemplo, o en Argentina y Colombia, muy cerca de nosotros. También es, empero, la auto-representación que caracterizaba la opinión popular en España, Italia o Portugal, esto en el Viejo Continente. En líneas generales, cada país vive la crisis a la manera de una catástrofe de la que es responsable su “modo de ser”, ignorando que todos los otros países, con leves variaciones, han pasado por las mismas olas y quiebres hospitalarios, las mismas escenas de muerte, el mismo luto colectivo. 

En nuestro caso concreto, es como si incluso a la hora de hundirnos en lo profundo del abismo no pudiéramos dejar de, en el amor o en el odio, aferrarnos al mito del “ser boliviano”.

SIN ASIDEROS

OSCAR GRACIA LANDAETA

Filósofo

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