Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Redistribución de la fragilidad

Redistribución de la fragilidad

En términos de la experiencia colectiva, existe una particular distribución de la experiencia de la fragilidad que es inherente a los órdenes sociales modernos. La experiencia, por ejemplo, de la fragilidad sanitaria es muy distinta si se habla de un espacio rural o urbano, o de las posibilidades de acceso a la salud de un sector acomodado o marginal. 

Para la persona rural o marginal, en general, el riesgo constante sobre la propia salud es una condición regular que se halla interiorizada de un modo especialmente radical. Esto, por supuesto, había sido diferente, hasta el evento de la pandemia, para un importante grupo poblacional urbano y relativamente acomodado. El riesgo sobre la vida, en el caso de este último colectivo, no aparecía como un dato permanente y sistémico que amenazara la vida cotidiana, sino como un evento muchas veces excepcional marcado por el infortunio. 

La crisis sanitaria actual ha redistribuido la experiencia humana de la fragilidad sacándola de los ámbitos en los que se hallaba anclada y extendiéndola a sectores anteriormente ajenos a su influencia permanente. Hoy hay una especie de atmósfera constante que recuerda en cada caso que la vida es una condición altamente precaria y que permite, para grandes grupos de población, sacudirse bruscamente de la ilusión de que la propia conservación se halla asegurada a partir de una rutina más o menos impermeable. Hoy entendemos, nuevamente, el fundamento más contingente y gratuito de nuestra propia existencia que, en última instancia, nunca puede estar garantizada. 

En este sentido, es importante pensar las implicaciones que esta nueva experiencia de la fragilidad tendrá sobre las generaciones que se han formado bajo su presencia. ¿Qué tipo de revaloración del hecho humano individual y colectivo puede brotar de este contacto decisivo con la precariedad humana? Si bien, claro está, es todavía muy pronto para sacar alguna conclusión al respecto, el esfuerzo por leer estas nuevas tendencias debe constituir una tarea urgente porque un evento como este es siempre una apertura para grandes peligros o grandes oportunidades.

No ir desatentos a propósitos de las indudables repercusiones que la pandemia tendrá en la mentalidad de las nuevas generaciones es un requisito esencial para enfrentar lo venidero del modo más coherente y pleno posible.     

SIN ASIDEROS

OSCAR GRACIA LANDAETA

Filósofo

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