Opinión Bolivia

  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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La presencia del “otro”: apuntes para una valoración del caso boliviano (1)

La presencia del “otro”: apuntes para una valoración del caso boliviano (1)
Autores como Benedict Anderson, Joshua Meyrowitz o Dominique Wolton han desarrollado análisis extensos y penetrantes sobre la forma en que los medios de comunicación modernos (desde la imprenta en el siglo XV hasta el internet en nuestro tiempo) han transformado la experiencia social y personal del espacio. Anderson, por ejemplo, estudió el modo en que los diferentes circuitos capitalistas europeos se articularon a la diversidad lingüística vernácula y a la difusión ampliada de los productos impresos (periódicos y novelas principalmente) para definir la experiencia del espacio “nacional” como el territorio de una determinada “comunidad imaginadas”.
Meyrowitz, por otro lado, revisó las maneras en que los medios electrónicos de comunicación en el siglo XX (especialmente la televisión) modificaron la topografía de la vida social (los espacios públicos y privados, las jerarquías, etc.). Hoy por hoy, es para nosotros evidente que las figuras públicas son valoradas por las cualidades y “gestos” de su vida privada y que la expresión política ciudadana puede desarrollarse lejos de la “plaza pública”, en la comodidad de cada hogar y cada red social. Ambos hechos hubieran sido impensables para una persona del siglo XIX.
Wolton, sin embargo, es el autor que de modo más llamativo ha notado una de las realidades “espaciales” más problemáticas de la nueva comunicación: la cercanía “molestosa” del “otro”. Antes de las sociedades contemporáneas de la interconectividad, la distancia con aquellos a quienes se consideraba “otros” era reducida a través del tiempo y la preparación, de hecho, el arte de la “diplomacia” fue precisamente el suelo que permitió la construcción de dichos contactos. En nuestra época, se creyó que el desarrollo técnico de la comunicación permitiría la eliminación total de las distancias. Sin embargo, estas han tendido más bien a acentuarse. Esto es así, dice Wolton, “…porque la comunicación instantánea, al destruir las distancias, nos pone todavía con más rapidez frente al otro. Con la simultaneidad, el otro se impone más deprisa y nos agrede más, por el simple hecho de estar ahí. A distancia es menos agresivo”.
Si, según Zavaleta, Bolivia es, materialmente hablando, una sociedad abigarrada, los avances en la interconectividad han hecho que la presencia del “otro” (su violencia, su ropa, su acento, sus complejos y su similitud con “nosotros”) aterrice en las pantallas de nuestras casas, llevando el abigarramiento irresuelto de varios siglos del país a la mesa cotidiana de cada boliviano.

OSCAR GRACIA LANDAETA
Filósofo
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