Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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El vil metal que corrompe casi a todo

El vil metal que corrompe casi a todo

Con la posibilidad y riesgo real, de estar cada día escribiendo por última vez, quiero expresar mi opinión en torno a la crisis permanente del fútbol, que en el mundo es poco más o menos que una nueva religión, con millones de parroquianos.

Consciente de que Bolivia está al final del escalafón sudamericano y que la estructura es inexpugnable, en la hora presente no queda otra que apelar al sentimiento de los secuestradores o detentadores del fútbol, para pedirles que se apiaden de este deporte y trabajen por él.

Periodistas y aficionados solo podemos opinar por todos los medios posibles, pero no tenemos voto como en la Iglesia católica, donde solo los cardenales eligen al Papa y los feligreses nos limitamos a aplaudir y orar.

Siempre hubo crisis en el fútbol, desde la fundación de la Federación Boliviana, con disputas regionales por la hegemonía, no siempre deportiva.

Los candidatos a presidentes antes sobornaban con material deportivo, aparte de comilonas u otras distracciones -no muy santas-, después fueron materiales de construcción, a veces, para sedes fantasma.

Hoy se manejan millones de dólares, que son repartidos de diferentes maneras a clubes, jugadores, entrenadores, personal de apoyo y dirigentes, “apasionados del fútbol”.

De buena fuente sabemos que existe apoyo económico internacional, proporcional a nuestra sobriedad, para las divisiones menores, tan descuidadas en Bolivia.

La estructura del fútbol, que es para todo el mundo, no está funcionando para nuestro país, porque los recursos no se distribuyen adecuadamente. Comenzando por el soporte económico o sueldo para el titular federativo, que es grosero o sobredimensionado, para nuestra realidad y necesidades verdaderas.

Repito que se debería contratar un gerente idóneo, con personal capacitado, en los diferentes campos de la administración y manejo deportivo, en lugar de pagarle al presidente, proveniente de un club, que al final continua su actividad empresarial, delegando a otros directivos, que generalmente, solo piensan en la manera de usufructuar del fútbol, con cero aporte.

El dinero enloqueció a los dirigentes del fútbol y observamos que hasta la persona más afable, se convierte en áspero, al que desagrada la crítica, aunque sea ecuánime.

Mis circunstancias

MOISÉS REVOLLO 

Periodista deportivo

[email protected]