Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Vergüenza de ser boliviano

Vergüenza de ser boliviano

Puede darnos vergüenza de muchas cosas, menos de ser bolivianos, porque es como renegar de nuestra familia y la tierra donde hemos nacido.

Lo dicho por Erwin Sánchez es otro exabrupto proferido en su nueva faceta de gruñón, aunque buen entrenador, muy lejos de aquella imagen admirable y ejemplar, como jugador talentoso y desequilibrante, de una época memorable del fútbol boliviano.

Vergüenza debería darles cuando juegan mal o son goleados en su propia cancha, pero sabemos que los futbolistas son o se creen de una especie diferente al resto, porque forman parte de uno de los principales espectáculos deportivos del planeta.

Como se encuentran en una permanente vitrina de cristal, son amados u odiados, elogiados o criticados, ganan mucho o nada, son héroes o villanos, tienen grandes alegrías y tristezas, consagraciones y frustraciones. Todo en una carrera larga o corta, pero inolvidable e irrepetible.

Los que llegan a ser jugadores profesionales son los más talentosos o luchadores, que sortearon una serie de dificultades, en una verdadera selva enmarañada, donde pocos sobreviven, como los espermatozoides.

El fútbol se convirtió en un gigantesco negocio, muchos dejaron de divertirse y viven en constante zozobra, porque saben que el tiempo es bastante corto y depende de resultados y que no sufran lesiones que los postergue o condene al olvido.

Los que se consolidan tienen privilegios que no se conocen en otros oficios, como recibir primas al firmar contrato, sin conocer utilidades del club.

Los sueldos actuales son envidiables para cualquier profesional, en los clubes llamados grandes, aunque pongan en peligro su propia existencia, como sucedió con San José.

Ahora están protegidos, porque así demoren en pagarles lo pactado, tarde o temprano cobrarán y con multas elevadas que multiplica la deuda.

La mayoría pone todo su esfuerzo en cancha, pero dicen que otros juegan a desgano o de acuerdo a su estado de ánimo.

Se hacen sacar tarjetas amarillas o rojas, muchas veces innecesarias, perjudicando a su equipo que tanto les necesita.

Aunque el fútbol boliviano no tiene actualmente el nivel de otros países, no nos avergonzamos de nuestros futbolistas, pero ansiamos que todo mejore pronto, para ser competitivos, por lo menos en casa.

Mis circunstancias

MOISÉS REVOLLO 

Periodista deportivo

[email protected]

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