Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Hasta siempre Comandante

Hasta siempre Comandante

Recién cumplía 13 años, cuando escuchamos por la radio que mataron al Che, Ernesto Guevara de la Serna, en la Quebrada del Yuro o  Churo, dando fin a la guerrilla de Ñancahuazú, hace 54 años. 

Como a mucha gente en el mundo, esta noticia me impactó, porque creía que era un personaje que luchaba por la liberación de los pueblos. Tanto, que me sentí enojado con las Fuerzas Armadas y decidí por rebeldía juvenil, jamás prestar el servicio militar.

Era parte del pueblo desinformado o que consumía lo que me parecía verdad, aunque sea a medias, como hoy en pleno siglo XXI. La realidad es muy diferente a los sueños.

Ahora sé un poco más que antes, que el hombre es lobo del hombre y que nos encasillan en una creencia o ideología, voluntariamente o no, de acuerdo a sus intereses.

Solo transitamos una vida, con luces y sombras, más allá de izquierda o derecha; la verdadera división humana es entre pícaros o ingenuos, pragmáticos o románticos, wilstermanistas u auroristas, creyentes o ateos, 

No digo buenos y malos, porque todos, en diferentes momentos de la vida, mostramos cualidades y defectos, acertamos y erramos, de buena o mala fe.

En todos los oficios y profesiones, existen hombres y mujeres, que de acuerdo a su formación, genealogía o circunstancias, ejercitan su actividad, con honestidad, vocación y solidaridad, como también, pueden ser todo lo contrario.

Como otro desilusionado ideológico, estoy convencido de que no existe mayor derecho que la libertad, inclusive para equivocarme, una y mil veces, asumiendo las consecuencias.

Prefiero así, a que alguien piense y decida por mí, como en Cuba u otros países totalitarios, que someten a sus habitantes, mientras disfrutan de lujos y placeres familiares.

Más allá del coeficiente intelectual de cada uno, los bolivianos tenemos derecho a ejercer nuestra voluntad plena, sin condicionamientos políticos ni religiosos.

Es nuestro deber ciudadano, oponernos a la oclocracia que paulatinamente sustituye o degenera la democracia indirecta, pretendiendo imponernos sistemas fracasados y arcaicos.

Me considero demócrata, progresista y liberal, convencido de que cada uno debemos vivir en paz, sin imposiciones de nadie y mucho menos fanáticos que no practican lo que vociferan.

Mis circunstancias

MOISÉS REVOLLO 

Periodista deportivo

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