Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
  • Actualizado 09:42

Por quién doblan las campanas

Por quién doblan las campanas

Termina el horrible año 2020 de la mortal pandemia, dejando lecciones y experiencias de vida, que ojalá supiera aprovechar la humanidad, además que el peligro está más latente que nunca, mientras no llegue la vacuna.

El apocalipsis del siglo XXI nos afectó a todos, aunque de manera diferente, según nuestra personalidad, formación, costumbres y creencias religiosas o ideológicas.

Por la globalización, conocemos y nos impacta en tiempo real lo que ocurre en todo el mundo, paralizado por la o el COVID-19 que superó la imaginación, desnudando especialmente las limitaciones y flaquezas de gobernantes, con pocas excepciones.

Dejando de lado lo negativo, quiero destacar el efecto positivo de unir la familia, valorizarla en toda su magnitud, mayor cercanía, complemento, solidaridad, tolerancia y sobre todas las cosas, amor incondicional.

Agradecer cada día de vida y salud; dejar de culpar o responsabilizar a Dios, por las desgracias y catástrofes, provocadas por nosotros, los humanos, que generalmente usamos y abusamos de nuestro libre albedrío.

Lo acontecido el 2020 es para escribir libros, sobre el medio ambiente, educación, salud, deporte, transporte, turismo, familia, religión, cultura, arte, música, heroísmos y cobardías, etc. 

Como nunca, resulta vacío e impertinente desear felices fiestas, pero sí nos podemos permitir augurar un mejor año para la familia y amigos, con esperanza y fe, que son sentimientos que nunca debemos perder, aún en las peores situaciones. Nos lastimaron, pero no nos derrumbaron. No vale la pena ser pesimistas o conformistas, seamos positivos, pongamos nuestro granito de arena, para reconstruir la sociedad, con valores. No nos acostumbremos, ni rindamos ante la mediocridad, corrupción y desanimo. Tenemos una sola vida, somos alguien en el mundo, queremos y nos quieren, eso es lo que importa.

El título de la columna es de una novela magistral de Ernest Hemingway, sobre su vivencia en la guerra civil española, inspirado en el poema del inglés John Donne (1572-1631) que se acomoda al actual sentimiento mundial, que dice “Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti”.

Mis circunstancias

MOISÉS REVOLLO 

Periodista deportivo

[email protected]