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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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Promesas de eternidad o renacimiento

Promesas de eternidad o renacimiento

Las religiones más convencionales del planeta -con algunas variantes- ofertan a sus seguidores inmortalidad o reencarnación después de la muerte.

Las monoteístas como el cristianismo, islamismo y judaísmo, en sus doctrinas y dogmas, prometen vida después de la muerte, para interesar, controlar u organizar la conducta diaria de sus fieles en todo el mundo.

El budismo, en cambio, no reconoce un Dios Supremo, pero transmite el dogma de la reencarnación que se puede alcanzar a través de una vida disciplinada.

Los expertos estudiaron más de cuatro mil religiones vigentes y otras miles extinguidas a lo largo del tiempo, antes y después de Cristo.

Por tradición o costumbre familiar, adhiero al catolicismo, pero con los años y lecturas, por estar en contra de la línea de castigo o recompensa, más me acerco al deísmo, porque creo en Dios omnipotente,  sin intermediarios, que desde el Papa hasta el sacristán son seres de carne y hueso, por tanto, con fortalezas y debilidades, buenos y malos.

Sin embargo, no creo en la vida eterna, me parece una pretensión humana, soberbia y absurda, porque si una sola vida -a veces- parece muy larga y aburrida, me imagino la perpetuidad, como un castigo infinito.

Pero sí, me parece interesante, la reencarnación o renacimiento. Alguna religión nos dice que cada uno tenemos hasta trece vidas en diferentes épocas, para enmendar errores o continuar aportando a la humanidad. Pero nadie tiene pruebas de la vida eterna o el renacimiento.

Las religiones de cualquier naturaleza y tiempo siempre estuvieron cerca del poder y en menor o mayor medida, hasta nuestros días, fue convertida en un gran negocio, como el fútbol mismo.

Es fundamental no generalizar ni lo bueno ni lo malo, porque existe la maldad y la bondad, de acuerdo al libre albedrio y esencia de cada ser humano o alma.

Inaudito atribuir al Dios de nuestra creencia, las guerras, las enfermedades o catástrofes naturales o hasta victorias o derrotas de nuestros equipos de fútbol, pero está en nuestra naturaleza culpar a otros de nuestros tropiezos.

Tampoco es bueno presumir de no creer en nada, porque seguro que al final del camino, moros y cristianos, nos refugiaremos en la fe a Dios.

Tratemos de ser cada día, conscientes de nuestra finitud.

Mis circunstancias

MOISÉS REVOLLO 

Periodista deportivo

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