Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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De pititas versus fraudulentos

De pititas versus fraudulentos

Con el rebrote de la crispación política, engendrada por consigna partidaria, transmitida desde Argentina, releyendo la historia de nuestra Patria, vemos que casi siempre vivimos así: al filo del abismo, escindidos grupalmente, siguiendo o dependiendo de caudillos o aventureros.

Desde la creación de la República, Bolivia fue víctima de las roscas de poder, integrada por seres que se creen predestinados para beneficiarse de la vaca lechera, que es el Estado, para eso halagan, conspiran, manipulan, extorsionan, utilizan a la gente, amenazan, prebendalizan.

Ellos vivieron de los minerales, plata, estaño, hierro, ahora de los hidrocarburos y pensando en el litio, todos impulsan el voraz extractivismo sin escrúpulos, siempre a nombre del pueblo.

La rueda de la historia sigue girando, el empoderamiento azul que rige casi tres lustros, tuvo un paréntesis insospechado, gracias a la rebelión ciudadana, cariñosa o peyorativamente llamada los/las pititas, con un desenlace pendiente, que promete todavía otros actos.

En el primer acto, el autoritario prorroguista huyó y emergió constitucionalmente un gobierno accidental, cuyo partido obtuvo un poco más de 4% de votos, en las elecciones fraudulentas de octubre pasado.

En el segundo acto, la simpática presidenta transitoria, que tenía una misión específica; pacificar y convocar a elecciones, se convierte en candidata, azuzada por la minúscula rosca de poder; azota la visita inesperada de la pandemia y resurge la lógica guerrera de la sigla prestada, explotando como epicentro K’ara K’ara, el Trópico y el Alto.

Para el tercer acto, afloran las visiones contrapuestas: Democracia u oclocracia, bandera tricolor o whipala, alternabilidad o reelección indefinida, autoritarismo o equilibrio de poderes, paz o convulsión, integridad o corrupción, pititas o fraudulentitos, etc. indefinidamente.

La mayoría de los bolivianos vive de su profesión u oficio, incluyendo la informalidad que ronda el 75%, pero todos nos inquietamos por la incertidumbre causada por unos y otros actores directos.

Opino que existen buenos y malos ciudadanos en cada lado, inclusive los radicales o extremistas, oficialistas u opositores, son muy parecidos entre sí, por lo que dicen y hacen; existen varios ejemplos constatados en este medio año de gobierno instalado, por las circunstancias conocidas.