Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 11:18

El aguafiestas

El aguafiestas

Detesto ser aguafiestas, pero mi conciencia me obliga a romper el prudente silencio sobre la situación de Wilstermann, emblema de Cochabamba; pese a la buena voluntad de hombres de bien, comprometidos como médicos, en una cirugía de alto riesgo, intentando salvarlo.

La paradójica negociación, entre buenos y malos, patrocinada por la Federación de Fútbol, se asemeja a un encuentro forzado, apadrinado por una autoridad, entre avasalladores ruines y ciudadanos que defienden lo justo.

Imaginen al impostor imponiendo condiciones y la extraña autoridad (FBF) fomentando la ilegalidad y esquivando su responsabilidad en el problema generado por un mitómano que engañó a moros y cristianos, con un anzuelo sin carnada.

Una emergencia no resiste un plazo de 45 inútiles días. La Federación, como en anteriores oportunidades, con otros actores, donde se quebrantaron estatutos para lograr un fin, bueno o malo, tiene una actuación desastrosa hoy, porque mantener en función a un presidente descalificado y suspendido por un Tribunal elegido por socios, no admite excusas.

Nadie imagina el daño que todavía puede causar este individuo infame, que increíblemente exige respetar e indemnizar su vil engaño, ante la actitud impávida de miembros de este ente rector del fútbol, como el impresentable encargado del comité electoral, que llegó a decir que Soria podía reemplazar a dedo a los miembros renunciantes del directorio cesado. ¿Qué más se puede esperar de estos dirigentes?

Nadie creerá que dice alguna verdad, el que trajo a escena Grover Vargas, principal responsable de la hecatombe que sufre el equipo aviador que se mantiene en la incertidumbre.

La ardua tarea que espera a los que voluntaria y quijotescamente se hagan cargo de Wilstermann, implica mucho sacrificio y tiempo, para atender miles de asuntos delicados y detalles de mucha importancia.

Hoy no puedo evitar pensar lo peor, esperando lo mejor, porque siento que el peligro no ha sido conjurado, persiste en los cientos de escollos que emergerán cada día.

Comparto la angustia de miles de seguidores de Wilstermann, pero también llamo a participar del esfuerzo para salvar la marca, así sea con un granito de arena.

¡Que Dios ayude y proteja, a los hombres y mujeres de buena voluntad!

Mis circunstancias

MOISÉS REVOLLO

Periodista deportivo

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