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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Acongoja muerte de preclaros periodistas

Acongoja muerte de preclaros periodistas

Todavía no se asimila la partida de José Nogales Nogales, ícono del periodismo veraz, cuando se produce la de Víctor Fernández Coca, comunicador de cepa, afincado en Cochabamba, donde también se ganó el respeto y cariño.

Transcurría la primera hora del nuevo día y me impacta otra mala noticia, posteada por mi amigo Erick -que reside hace 10 años en EEUU- que cae como un rayo malhadado, ha fallecido el destacado periodista Augusto Peña Vargas.

A Augusto tuve el privilegio de conocerlo cuando hacía sus primera armas, en el programa “Mundo Deportivo” de Cristóbal Bascopé Pérez, en radio San Rafael. Siempre gentil, educado, serio, pero de fácil sonrisa y voz radiofónica.

Desde el principio, percibimos su vocación y talento natural para el periodismo. Tanto así que se fue pronto a La Paz, a estudiar en la Universidad Católica.

Nunca renegó de sus raíces cochabambinas, era simpatizante del equipo del pueblo, Aurora. Pero adoptó, como muchos llajtamasis, la ciudad de La Paz como su nueva tierra, donde formó una familia ejemplar, con su esposa y dos hijos, hoy profesionales, que fueron su mayor orgullo.

Cuando dirigía radio San Gabriel, me invitó amablemente a colaborar con una columna en su página digital. Forjó y plasmó una brillante carrera, truncada dolorosamente por la COVID asesina que no discrimina.

Fue docente universitario, redactor de los periódicos Hoy, Presencia, La Razón, dirigió radio San Gabriel y ERBOL, comenzó el programa radial “Claro y preciso” en ATB.

Nunca morirá en la memoria de sus hijos, colegas y amigos; trascenderá en los que reconocimos en vida su capacidad, honestidad y transparencia.

Cualquiera puede ejercer el periodismo, pero algunos no tienen la vocación, actitud y aptitud del buen periodista, que sobre todo -como dice el manual- debe ser una buena persona, como lo fue Augusto Peña Vargas, creíble, respetado, querido y ejemplo para nuevas generaciones.

Duele mucho, la muerte de familiares y amigos. Sentimos que estamos en peligro, más cuando a otros países llegan millones de dosis de vacunas y al nuestro insuficientes, casi por cuentagotas, aunque los gobernantes organicen fanfarrias y nos pidan paciencia. Por si acaso, seamos tolerantes, agradecidos y expresemos nuestro amor cada día.

Mis circunstancias

MOISÉS REVOLLO 

Periodista deportivo

[email protected]

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