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  • Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
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Tariquía y el derecho al medio ambiente sano y sostenible

Tariquía y el derecho al medio ambiente sano y sostenible

El pasado 28 de julio, la Asamblea General de Naciones Unidas ratificó el reconocimiento del derecho humano a un ambiente limpio, sano y sostenible. Un verdadero hito en la historia de los DDHH. Pese a que esta resolución no es jurídicamente vinculante para los estados miembros de la ONU, el que se reconozca el goce de un ambiente sano como un derecho implica que todas las personas y comunidades pueden reivindicar la fuerza que todo derecho trae consigo: su esencia de ser algo intrínseco a los seres humanos, su universalidad, su carácter irrenunciable, imprescriptible e inderogable.

Esto que es algo evidente para comunidades y personas cuya vida depende de la vigencia de ese derecho, al parecer no lo es para las empresas que lucran con la extracción de recursos naturales, para los gobiernos aliados de ellas, e incluso para organizaciones de la sociedad civil que dicen defender los DDHH pero no se comprometen efectivamente con la defensa de este derecho.

Es el contraste que hemos advertido en días pasados en torno al conflicto en la Reserva de Tariquía. En efecto, hemos observado que, por un lado, las comunidades de la Reserva realizaban un acto simbólico de protesta contra el SERNAP Tariquía, en repudio porque este ha degenerado su rol, sus principios y prácticas, convirtiéndose en una institución que groseramente opera al servicio del ingreso de las empresas petroleras a la Reserva. En contraste con esta digna lucha de las comunidades, pocos días antes este mismo SERNAP se reunía muy amistosamente con reconocidas ONGs (una de ellas, una emblemática ONG perteneciente a la Iglesia Católica) que no solo no interpelan esta degeneración del SERNAP, sino pactan con él en contra de la lucha de las comunidades.

¿Por qué esta contradicción en estas ONGs? Al parecer, la razón no es solo una falta de la comprensión del derecho como tal, sino las causas están más vinculadas al pragmatismo y al oportunismo que a veces prevalece en las acciones de algunas ONGs, pese a discursear melosamente una retórica ambientalista e incluso, en el caso de la ONG católica, un discurso teológico ecologista. Entonces estamos en un similar escenario de degeneración en la que ha derivado el SERNAP. Y ante ello solo queda denunciar esta impostura.

UN POCO DE SAL

MIGUEL ÁNGEL MIRANDA H.

Filósofo y teólogo laico 

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