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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Con un Dios escondido, nadie sabía

Con un Dios escondido, nadie sabía

“Con un Dios escondido, nadie sabía”. Este hondo verso de “La Peregrinación” (en la obra musical “Navidad Nuestra”, de Ariel Ramírez y Félix Luna, 1964. Versión interpretada por Mercedes Sosa en: https://www.youtube.com/watch?v=kJh4hPAkFzI) rememora añejas tradiciones teológicas y místicas que hablan del “Dios escondido”, de la paradoja de su revelación en medio de su opacidad y ocultamiento.

Los versos de “La Peregrinación” parafrasean los relatos evangélicos de la infancia de Jesús de Nazaret, rodeándolos de símbolos de un ambiente rural sudamericano. Sus imágenes poéticas recuperan magistralmente elementos que los anónimos autores de estos relatos quisieron destacar de aquella persona, cuya singular historia compartían.

En efecto, “La Peregrinación” habla de una pareja de refugiados que camina por pampas heladas, en un entorno de cardos, ortigas y ranchitos de quincha. Sin cobijo, ni fonda, urgidos por un inminente parto, viven una dramática desprotección. Buscan, aunque sea una tapera prestada para acoger al niño que nace. Es en medio del anonimato de esa historia de extremo desamparo, que se revela el amor y la ternura; el coraje y la lucha por salvar la vida.

Probablemente otra vez este año 2021, en medio de los crudos impactos de la pandemia, la crisis económica, la prepotencia del poder político y la crónica carencia de verdad, justicia y reparación para las víctimas de violencia política, hemos vivido con intensidad similares experiencias de desamparo, acecho de la muerte y urgencia de la humanidad y solidaridad más básicas.

Más allá de la frivolidad con que el comercio y los discursos de líderes religiosos acostumbran a abarrotarnos en estas fiestas, deseamos que esta Navidad acontezca como invitación a recuperar la ternura, la compasión y la solidaridad más elementales, que necesitamos para sostener los fundamentos de la vida en sociedad.

Este “Dios escondido” puede traducirse de manera práctica para la vida social, en la urgente necesidad de recuperar la “memoria de las víctimas” y anteponerla como criterio de prioridad en toda decisión de orden público, para salvaguardar, por sobre todo, los derechos humanos universales y la utopía de una sociedad donde haya espacio digno para todos y un mundo todavía habitable.

UN POCO DE SAL

MIGUEL ÁNGEL MIRANDA H.

Filósofo y teólogo laico 

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