Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Ciudadanía crítica ante política decadente

Ciudadanía crítica ante política decadente

La campaña electoral en Bolivia ha vuelto a mostrar un bajo nivel en la calidad de prácticas y propuestas políticas. Advirtiendo este hecho, algunos califican de “regresión pre moderna” las actitudes de candidatos que exhiben Biblias y rosarios ante las cámaras, pues representan a sectores de una oligarquía que hasta hace poco aún justificaba, sin rubor, relaciones semi feudales en áreas rurales.

Con este discurso, el progresismo filomasista aún vende hacia fuera de Bolivia la descabellada hipótesis de “golpe de Estado de la derecha”, pretendiendo ocultar las evidencias de un grosero fraude en las elecciones pasadas y una honda crisis política y degeneración moral en el partido que, a inicios del siglo, se subió a la cresta de la ola de una gran emergencia popular contra el statu quo neoliberal.

La reaparición de viejos símbolos de una oligarquía trasnochada es evidente. Pero la crisis política del país tiene otros componentes y es de larga data. Una crisis que el MAS profundizó a través de similares prácticas de pisoteo de los derechos humanos y de encubrimiento, esta vez, con discursos y símbolos progresistas. El MAS pactó y co-gobernó con sectores de esta “pre moderna” oligarquía oriental. Juntos impulsaron fervorosamente la ampliación de la frontera agrícola, y así vimos cómo quemaban 5 millones de hectáreas en 2019, y así vemos un país ardiendo en 2020.

El núcleo de la “pre modernidad” de estos vetustos agroempresarios y de los “progres” que gobernaron los 14 años pasados es, precisamente, el alevoso pisoteo de los derechos humanos, los derechos de pueblos indígenas y el medio ambiente, para apuntalar un modelo económico basado en el extractivismo. Su carácter retrógrado se expresó cada vez más en prácticas autoritarias y clientelares, manchadas por la corrupción y el abuso.

Hoy estos líderes políticos buscan en la población, antes que el ejercicio de una ciudadanía con pensamiento autónomo y crítico, una militancia con fanatismo cuasi religioso. En la Biblia de Camacho y el “Ch’uku” de Evo (gorro ceremonial en su “entronización” en Tiwanaku), hay una misma práctica política decadente. Los caudillos buscan una feligresía devota y domesticada al mismo tiempo que detestan una ciudadanía crítica. Es su razón de existir.

MIGUEL MIRANDA

Filósofo y teólogo laico

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