Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
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¿Es Sky Rojo una serie feminista?

¿Es Sky Rojo una serie feminista?

La serie “Sky Rojo” de Netflix dio mucho de qué hablar a nivel mundial. Siendo de los mismos creadores de "La Casa de Papel", con la participación de actrices latinoamericanas y, por supuesto, al ser ambientada en España, es en castellano. Se trata de tres mujeres prostituidas que escapan de sus proxenetas. Una serie de acción, con una estética súper atractiva, que  se constituye en una producción que tenía tanto una buena inversión, como expectativas de alto rating; con una segunda temporada ya confirmada dentro de un par de meses. Quisiera hablar del porqué sí vale la pena verla y de cuáles son sus elementos importantes en relación con el feminismo, pese a la interminable hipersexualización con la que se expone a las actrices.

Se le puede criticar muchas cosas desde el feminismo, sin embargo, es una serie “mainstream”, es decir, una serie “tendencia”. Este tipo de contenido puede ser subvalorado por las expertas de cine o las académicas del feminismo, pero el término significa que llega a mucha gente. Éste parece ser uno de los grandes problemas del feminismo; aún vive en las conversaciones de pequeños o exclusivos grupos activistas o académicos. Mientras tanto, el sexismo y la misoginia se transmiten día a día en todos los medios, justamente a través de todo el contenido mainstream sea cual sea este, según el contexto.

La serie revela datos importantes de un medio distinto al nuestro, sin embargo, la industria del sexo no tiene fronteras, es uno de los tres negocios que mueve más dinero a nivel mundial, siendo los otros dos las armas y las drogas, como Sheila Jeffreys dijo, la prostitución se ha industrializado y globalizado. 

Entre los datos que se mencionan en la serie está que el 40% de los españoles son prostituyentes, es importante entender que no podemos continuar llamándolos “clientes”. Este tipo de dato junto a lo que se ve de los personajes apunta a que esta es una práctica normalizada entre los varones. No hay límite entre clases sociales, edades, estado civil ni ningún otro. Lamentablemente no tenemos este tipo de datos para nuestro país, las investigaciones que existen han priorizado identificar a las víctimas, esto tiene sentido, sin embargo, no apunta al problema de la demanda.

Sobre Bolivia, sabemos que hay lenocinios que funcionan con licencia de whiskerías, bares, discotecas, etc. Podemos decir que los esfuerzos de los gobiernos locales y del central son ineficientes. Esto tiene que ver con el bajo presupuesto y seguramente el alto valor económico de este negocio también. 

Si alguna vez han pasado por las calles donde los hombres van a pagar por sexo, es obvio que las condiciones son en extremo precarias. Lo que sí se ha investigado es la ilegalidad relacionada con la trata y la edad de las mujeres y niñas explotadas. 

Según las investigaciones de casos específicos que han dirigido los esfuerzos de prevención, se sabe que la captación se hace por medio de engaños en su mayoría, que hay muchas menores traficadas y que hablar de autogestión está por fuera de la realidad mientras la pobreza sea el factor principal en la vida de tantas familias bolivianas.

Este es otro punto muy interesante de la serie, ninguna elige. Este punto está relacionado con un debate complejo a nivel mundial: la abolición o la regulación. Antes de que se me acuse de conservadora, es necesario remarcar que la abolición no trata de acusar, juzgar o perseguir a las mujeres que están en esta situación. 

La serie habla de mujeres a las que se les ofreció un trabajo y en realidad era otro, de las deudas imposibles de cubrir, del aislamiento de sus familias, de la relación con la pobreza, y del hecho de que es un negocio a nivel mundial, y las múltiples maneras en las que las jóvenes son empujadas a participar. Entre otros elementos importantes, está la inducción a las drogas, la iniciación con violaciones, la privación de sus documentos de identidad y la migración de la que depende la industria en países como España.

Fue Shulamith Firestone quien denunció que una de las formas de construcción de la identidad masculina es la utilización amorosa y sexual de las mujeres. A esto nos referimos con misoginia, ser consideradas el segundo sexo, personas de segunda clase, esto es lo que el feminismo quiere desnormalizar. Lo que diferencia una violación de la famosa “pieza” es un billete. La prostitución es el derecho que tienen los hombres de pagar para poder comprar el consentimiento de las mujeres. 

Ser prostituida significa no poder decir “No”. Mujeres, niñas y adolescentes hacen más del 90% del “producto”. Según datos en investigaciones de distintos países, las investigaciones respecto a los prostituyentes o “consumidores” son mucho más escasas; lo que se tiene claro, según los reportes policiales, es que quienes buscan pagar por sexo son hombres y no se han identificado otras variables sociodemográficas relevantes. 

Esta industria sería insostenible sin la precarización, abuso y trata. Existe mientras la demanda exista y la abolición propone encaminar las políticas hacia dejar de considerar a las mujeres como objetos para utilizar y desechar. Abolición no es lo mismo que prohibicionismo: lo que queremos es reconocer y dotar de derechos a las víctimas. La abolición no es un fin, en realidad, es un medio para dejar de explotar los cuerpos de las mujeres en nombre de los derechos de los hombres a hacerlo.

FORO FEMINISTA

Martha Montenegro Rico

Licenciada en Psicología y activista feminista.

[email protected]

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