El inicio del 2020 trajo consigo una extraña, pero no novedosa crisis de salud, que se instaló en la cotidianidad mundial amparada en la vulnerabilidad ofertada por los espacios territoriales, marcando una huella indeleble de destrucción vital, cuya solución aún no ha podido ser remediada de manera absoluta, y probablemente -no obstante, el descubrimiento de la vacuna-, su presencia quedará latente por mucho tiempo más, o exigirá su coexistencia con la población tensionando aún más los sistemas sanitarios. 

La humanidad anteriormente ya enfrentó azotes similares, donde la aceptación al mal -considerando que la ciencia no estaba tan adelantada- pasaba por esperar que el daño no fuera tan alto. 

La actualidad revela que la actual pandemia quedará como una más en la historia, sin embargo, ha permitido destacar el estado de indefensión urbana a la llegada del virus, que ocasionó más de dos millones de fallecimientos a escala global, un score elevado que induce a reflexionar culturalmente la obligatoriedad de prever que enfermedades similares futuras no generen resultados tan devastadores.

La consideración emergente de esta situación cuestiona ¿qué lección aprendida deja la presencia del coronavirus? ¿qué enseñanza se transfiere a las futuras generaciones? y ¿cómo sería posible que esta crisis pueda ser revertida hacia una oportunidad de cambio y de desarrollo, en lo mental, cultural, político, ambiental, social, y económico? 

El debate sobre los desafíos para enfrentar la pandemia en el deseo rápido de retornar a una nueva normalidad, pasa también por conocer cómo se transformarán las ciudades y como asumirán su carácter resiliente, ¿cómo se planificará el desarrollo urbano y las inversiones para el mismo? ¿sería necesario instalar definitivamente la modalidad “TELE” de trabajo a distancia en las diversas actividades? Estas dudas razonables inducen a pensar que será importante establecer condiciones de adaptación a corto plazo para una recuperación definitiva a largo plazo, mediante mecanismos y acciones integrales multidimensionales capaces de aportar en la resiliencia urbana, en las fases temporales y sus escalas de intervención, satisfaciendo las situaciones de emergencia presentes y mitigando riesgos ante próximas contingencias.

CULTURA, ZOOCIUDAD Y TERRITORIO

MARKO QUIROGA B., Ph.D.

Investigador CEPLAG - UMSS

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