Exclusión social y segregación espacial
La evidencia revela que las ciudades en Bolivia están consideradas entre las más desiguales de Latinoamérica. Si bien en los últimos años se han alcanzado logros significativos, sin embargo, no han sido suficientes para los segmentos más desfavorecidos; por tanto, continúa la urgencia de mejorar la distribución del ingreso, la riqueza y también las oportunidades laborales, educativas, de salud, y fundamentalmente el uso de la ciudad, con los mismos derechos con los que acceden el resto de los bolivianos.
La cotidianidad destaca escenarios de esta disparidad, que se vinculan directamente con la pobreza de familias que habitan la periferia, patentizando una precariedad lamentable; o migrantes rurales temporales ocupando el espacio público mendigando solidaridad a una ciudadanía y autoridades que los invisibiliza de manera natural. Los contrastes son perceptibles también en los niveles de bienestar, morfología, paisaje, infraestructura y mobiliario urbano, de zonas urbanas privilegiadas, enfatizando un dualismo en el contexto de variación social, que garantiza el confort para unos y la exigüidad para otros.
El crecimiento de una gobernanza despopularizada amplía los altos índices de inconformidad, ratificando al país como uno de los primeros en desconfianza interinstitucional en América Latina. Es necesario reflexionar -no las causas, que pueden ser muy conocidas-, sobre la permanencia de la inequidad por falta de gestión administrativa, y trabajar sobre las incompatibilidades -por origen, raza, o cultura-, que sitúa en desventaja a grandes sectores poblacionales, con amplia posibilidad de una reproducción generacional de la pobreza.
El progreso de la movilidad social intergeneracional, multidimensional y de largo plazo es importante para reformar las condiciones de desarrollo en la ciudad, reducir desigualdades y fortalecer una institucionalidad que garantice el desarrollo humano colectivo. El planteamiento de políticas públicas objetivas remozaría el capital humano, optimizando el mercado laboral y la coyuntura de acceso universal, impulsando una movilidad ocupacional y, por tanto, flujos económicos positivos.
De esta manera, se factibiliza dinamizar un equilibrio en la calidad de vida de una ciudadanía heterogénea habitando un espacio homogéneo.
CIUDAD SUSTENTABLE
MARKO QUIROGA BERAZAÍN, PH.D.
Investigador CEPLAG – UMSS