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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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Capital social y COVID-19

Capital social y COVID-19

Los impactos sociales producto de la pandemia no necesariamente son inmediatos. Es evidente que las medidas asumidas durante la llegada del virus han derivado en una disminución de la confianza y de la capacidad de cooperación y, por consiguiente, han incidido en una disminución del capital social.

Las posibles deficiencias de capital social no derivaron en colapsos familiares, pese lo negativo de la desconfianza, por el aspecto positivo en la generación de redes de apoyo. Por lo que la adaptación de los hogares se puede entender sin considerar el capital social, sino sólidamente por el esfuerzo familiar y recursos colectivos de redes de solidaridad.

El desarrollo de la perturbación confirma que localmente impactan los cambios que se producen a grandes escalas, imposibilitando la orientación de dichos cambios desde lo local, limitando las acciones a la adaptación en pequeña escala. La desigualdad, las brechas digitales, la desinformación, los problemas de legitimidad institucional y la forzosa dificultad de cohesionar físicamente, limitan aún más estas posibilidades.

Durante las olas de la pandemia se limitaron forzosamente las acciones colectivas. Las medidas de restricción impedían las concentraciones presenciales y el desarrollo de formas de sociabilidad y coordinación tradicionales. En términos de adaptación algunas organizaciones y movimientos sociales acudieron a medidas de ayuda mutua para enfrentar las limitaciones en la provisión de alimentos, relievando más allá de las políticas públicas, la adhesión como condición y causa de la resiliencia.

Sin embargo, la desigualdad y la exclusión como los mayores problemas presente antes de la pandemia, se acentuaron conforme la enfermedad incidía en las relaciones sociales, impactando más en aquellos ciudadanos que previamente ya estaban excluidos. Si bien gran parte de la vida social se trasladó a Internet, la población afectada por las brechas digitales sufrió más por la forzosa desconexión física impuesta por la crisis sanitaria.

Siendo los más afectados económicamente -durante y después de la pandemia- los ciudadanos emergentes de la informalidad, la marginalidad y la inaccesibilidad, sus condiciones de inequidad deben ser un compromiso para la gestión institucional.

CULTURA, ZOOCIUDAD Y TERRITORIO

MARKO QUIROGA BERAZAÍN, Ph.D.

Investigador CEPLAG - UMSS

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