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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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Bolivia y sus ciudades intermedias II

Bolivia y sus ciudades intermedias II

Uno de los principales criterios en la conformación de ciudades intermedias consiste en evitar el consumo de suelo urbano y la consiguiente transformación del suelo agrícola y de preservación, producida por el crecimiento horizontal del tejido urbano en su proceso expansivo. 

Este fenómeno, cuya responsabilidad corresponde esencialmente a la administración municipal, debe impedir que los asentamientos urbanos continúen avasallando superficies agrícolas, en los diversos sectores socio geográficos y económicos de la ciudad, puesto que su avance permite la consolidación de zonas residenciales periurbanas fuera de los límites establecidos. 

Además, la construcción de estos satélites periurbanos no contempla la presencia de las centralidades necesarias complementarias al uso de suelo residencial, en términos de servicios de salud, educación, recreación, y otros que deberían ser parte del diseño de asentamientos urbanos sustentables; provocando el uso cada vez mayor de tiempo y distancia para la movilidad urbana, dado que la ciudad no pierde su condición monocéntrica. Al respecto, no existe una política de uso del suelo que permita la integración social vinculada con la expansión, la movilidad, el manejo del espacio público y el medio ambiente, que permita mejorar la plusvalía y no solo constituirse en parte de la dispersión urbana (sprawl).

El problema fundamental radica en el rol del mercado de suelo, que, al establecer un alto valor dentro del perímetro urbano, permite que los asentamientos y por tanto la expansión, se desarrollen fuera del límite urbano, apelando a la utilización de suelo agrícola, inicialmente de menor costo económico, exigiendo luego regularizar la transformación de su vocación. 

El suelo urbano es un hard commodity, o un bien económico que tienen fungibilidad (propiedad de un bien cuyas unidades son intercambiables, y una parte es indistinguible de la otra), que el mercado maneja sin importar quien lo produce, por más que se trate de un bien público que garantice condiciones de habitabilidad, que deja como resultado que el sprawl orgánico, a partir del crecimiento poblacional, sea permanente y su desarrollo sea visible en nuestras ciudades intermedias, considerando que usan los mismos instrumentos que determinan el crecimiento de las zonas periurbanas establecidas. Esta conducta requiere atender urgentemente este primer criterio para evitar la marginalidad y la segregación en el proceso expansivo de la ciudad.

CULTURA, ZOOCIUDAD Y TERRITORIO

MARKO QUIROGA B. Ph.D.

Investigador CEPLAG – UMSS

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