Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Importación de hortalizas y producción local

Importación de hortalizas y producción local

En la actualidad, la oferta de hortalizas y tubérculos importados en los mercados locales, en especial, de las ciudades, es algo común. Viene de hace muchos años, algunos de hace muchísimos más años, como la papa. La existencia de estos alimentos en el mercado se justifica porque son competitivos en calidad y precios frente a la producción local. Al ser esta una figura “recurrente” siempre ha quedado como un argumento efectivo para las campañas políticas.

Pasaron tantos gobiernos y el ciclo de la importación y la producción local todavía son temas irresueltos. En lo que va de este gobierno, se construyó el discurso de la “seguridad y soberanía alimentaria” entendida como la capacidad de producir y consumir nuestros propios alimentos.

Después de más de 10 años de implementar políticas, programas y proyectos que han hecho a los lineamientos de la “soberanía alimentaria”, hoy, contrastándolas con el panorama actual de los mercados –que es donde se podrían verse los resultados-, evidenciamos que la situación es la misma, no cambió para nada, es decir, importamos igual o más y nuestra producción local, igual se debate entre la subsistencia crónica y su inviabilidad. Después de estos resultados, con franqueza, se debe asumir que todavía estamos vetados para hablar de soberanía, y si los políticos persisten en los afanes de convencer a la sociedad sobre la “seguridad y soberanía alimentaria”, creo que no es más que otra de las cursilerías políticas.

La protesta –de los pasados días- de los pequeños productores de hortalizas del valle bajo de Cochabamba, con el bloqueo de la carretera al occidente de nuestro país, en los hechos, sacó a relucir el resultado de la implementación de aquellos programas y proyectos de las políticas de “soberanía”, pero, esta vez en el sector de los productores campesinos. Por cierto, que no es lo que se esperaba, porque salieron a protestar por la competencia de la importación –legal o ilegal o ambas- de la cebolla y la papa, debido a que estos hechos tienen una significación en la economía familiar, local y regional. En la teoría, según el postulado de la “seguridad y soberanía alimentaria” deberíamos estar comenzando a recuperar nuestros mercados locales con la producción interna. Es decir, reduciendo cada vez más, la brecha de la importación de alimentos y cerrando con la producción local. Pero, nuevamente, la realidad nos muestra que todavía ni atisbamos el panorama de sustentabilidad.

En esencia, la “seguridad y soberanía alimentaria” es una de las grandes aspiraciones de la sociedad. Debería estar más allá de lo que puede ser una ideología o un partido político. Pero, lo lamentable es que el poder siempre termina transformando cualquier buena intención en instrumento político. La seguridad y soberanía alimentaria, no puede ser visto como un proyecto de corto plazo. Los proyectos que cuestan tanta inversión económica terminan siendo parches aislados a un problema estructural. Lo peor terminan profundizando la dependencia tecnológica y alimentaria. Este es el caso de los proyectos de riego, implementados comprando la tecnología e implantando en la generalidad de los agroecosistemas, sin considerar su impacto medioambiental y productividad, menos, de mercadeo. Por otra parte, están las semillas híbridas y las semillas convencionales también importadas, que son parte de este paquete, así como el desmesurado incremento en el uso de agroquímicos, que también están a la orden terminando con cualquier capacidad de innovación tecnológica. Si no somos capaces de producir nuestra propia semilla y tecnología, ¿cómo podríamos ser sostenibles? Las políticas de corto plazo, valorados por sus resultados, solo sirven para reproducir el beneficio político y mantener la condición de país dependiente de tecnología y alimentos.

FORO

Mario Coca Morante

Docente en la Facultad de Ciencias Agrícolas, Pecuarias y Forestales de la UMSS

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