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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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Ciudades seguras y mujeres

Ciudades seguras y mujeres

Hay temas que en la planificación de la ciudad se tratan de manera neutra, pues se considera que los problemas de inseguridad y violencia son iguales para todas y todos. Por ello es necesario desentrañar cómo la visión androcéntrica es la que dirige los planes y proyectos en las ciudades. 

En el análisis de las relaciones de poder entre mujeres y hombres, se evidencia que las mujeres tienen el sentimiento de que su espacio personal está invariablemente sujeto a una posible invasión masculina, por consiguiente, su percepción de inseguridad en el uso del espacio público es permanente.

Los actos de violencia en contra de las mujeres se desarrollan  en los hogares y también en los diferentes espacios públicos de la ciudad. Estas violencias son ejercidas en directa relación con su condición de mujer, pero la situación es más preocupante cuando nos referimos a las jóvenes y a las niñas, o hacia mujeres migrantes o pertenecientes a otros pueblos originarios.

Es cierto que los gobiernos han desarrollado acciones para prevenir y superar los niveles de violencia doméstica, aunque todavía con resultados muy limitados. Pero en el ámbito público territorial aún no se ha identificado la violencia como problema, no existen investigaciones ni datos sobre esta realidad, entonces la intervención invisibiliza esta demanda, que para las mujeres es una limitación para poder ejercer el derecho a vivir libre de violencia en la ciudad. 

Por ello, muchas mujeres están demostrando que, en el uso de los lugares y espacios de la ciudad, así como en el transporte, se dan varios tipos de violencias. Por ejemplo, es común comprobar que en los centros de abasto, así como en calles y espacios públicos, ellas están  sometidas no solo a atracos y robos, también son víctimas de intimidación, de amenazas, de  agresiones verbales y piropos mal intencionados, de acoso sexual y callejero, de tocamientos indeseados, llegando hasta agresiones físicas y sexuales, y a la trata y tráfico de personas. Por otro lado, en el transporte no solo hay violencia con esas agresiones, se evidencia también que ellas  no tienen espacios específicos para poder viajar con tranquilidad con sus hijos e hijas y con sus bolsas que generalmente llevan, lo que significa violencia porque no se toman en cuenta sus necesidades. 

Lo grave es que muchos de estos incidentes que viven las mujeres, como maltrato, no son tipificados como delitos y existe una ceguera para solucionarlos.   

La ciudad segura debe ofrecer lugares donde las mujeres puedan ejercer con libertad su derecho a usar, disfrutar y caminar de forma tranquila, segura y crecer en ella.

Se puede considerar una Ciudad Segura, cuando se promueve la eliminación de toda forma de violencia contra las mujeres, tanto en el ámbito público como privado. Está bien contar con  servicios legales integrales, con servicios policiales, así como servicios para la niñez y la adolescencia, con sistemas de alerta temprana para asistencia inmediata a las mujeres y niños y niñas que sufren violencia,  pero también es necesario mejorar los espacios públicos con tratamiento urbano adecuado y  buena  iluminación, lograr un uso reflexivo y ordenando de vías y espacios públicos, así como garantizar la presencia de policía municipal en los lugares más peligrosos detectados por las mujeres. Pero, especialmente, el Gobierno municipal debe contar con normativas y sanciones para evitar actos de violencia en las calles y en las unidades de transporte contra las mujeres.

SENTIDO COMÚN 

MARÍA ISABEL CAERO P.

Arquitecta

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