La ciudad y sus problemas
La ciudad es el espacio público por excelencia, tiene plazas, parques, edificios que sirven para vivir o trabajar, tiene medios para movilizarse y las infraestructuras para ello, pero todo lo anterior se puede calificar como zona urbanizada y sería un cuerpo sin alma porque le falta la gente, es decir, la expresión de la vida colectiva, donde se mezclan poblaciones y actividades.
La ciudad late a partir de su corazón, que en la mayoría de los casos es su centro histórico, allí se agrupan las personas, las ideas, las memorias colectivas y la transmisión del sentido de pertenencia y de vivencia urbana.
De esto se deduce que es importante considerar que las personas y la satisfacción de sus necesidades son lo primordial para hablar de la vida en la ciudad. Pero en la realidad, esta consideración pasa a segundo plano y es un tazón lleno de problemas, pues son varias las dificultades que no se mencionan y afectan al buen vivir de la gente.
Entre ellos se confirma la poca participación de los y las pobladoras en procesos de planificación y la limitada socialización de los mismos, además, no hay una rendición clara de cuentas y una escasa aplicación de normativas que eviten un crecimiento desmesurado, la dispersión urbana y la ciudad de baja densidad, además del avasallamiento de tierras no urbanizables.
Existen procesos migratorios a la ciudad, que llegan a tener difíciles condiciones de vida, con un aumento de áreas de urbanización clandestina e invasión de terrenos públicos. La problemática habitacional, en estos casos, se caracteriza por una situación de ilegalidad e inseguridad jurídica, de precariedad técnica de las edificaciones y con problemas de infraestructura y servicios.
Por otro lado, existe un traslado a urbanizaciones de moda, a lugares más alejados de la ciudad como es el caso del crecimiento de construcciones en Tiquipaya, destinado a familias de ingresos medios y altos, y un deterioro y gentrificación de las áreas centrales antiguas.
Es necesario afirmar que existen grandes desigualdades. Por ejemplo, la zona norte que tiene todos los equipamientos, servicios y áreas verdes necesarias, y en la zona sud, aparte de ausencia de servicios urbanos, hay desempleo, falta de ingresos y persistencia del sector informal de vendedoras y vendedores en las calles, miseria urbana, alta demanda de servicios públicos y equipamientos colectivos, en general, desorden urbanístico.
Por ello, se debe entender que la actual ciudad es producto del acomodamiento constante al modelo capitalista, lo cual incide en las desigualdades y su rápida transformación y acelerado crecimiento.
En momentos tan negativos como este, es donde más difícil, pero a la vez más imperioso, es desarrollar la imaginación para encontrar soluciones innovadoras y creativas a problemas antiguos.
La peor opción es resignarnos a ver la pobreza en las calles, la falta de árboles, los no lugares causados por las grandes vías urbanas, la existencia de plusvalías para beneficio de los capitalistas, las desigualdades y la precariedad de algunas viviendas; la violencia en las calles y en la casa, la falta de responsabilidad social y pública para el cuidado de la vida y la poca convivencia armónica entre las personas y con la naturaleza.
Se tiene que intentar representar la imagen de la ciudad, por ejemplo, como ciudad jardín, pero no como una simple escenografía y no quedarnos en el paisaje, es más importante transformar la propia ciudad en un lugar más habitable, para evocar una utopía revolucionaria.
SENTIDO COMÚN
MARÍA ISABEL CAERO
Arquitecta