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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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Para avanzar en políticas de cuidados

Para avanzar en políticas de cuidados

Según datos de la Comisión Interamericana de Mujeres, CIM, las mujeres realizan entre el 71% y el 86% del total de trabajo no remunerado que demandan los hogares en naciones latinoamericanas, dependiendo del país. 

En 2020, se registró una contundente salida de mujeres de la fuerza laboral, quienes, por atender obligaciones de cuidados en sus hogares y debido a la pandemia del Covid 19, no retomaron la búsqueda de empleo.

Un debate transformador para avanzar en políticas de Cuidados, se refiere en primera instancia a contar con datos que nos muestren claramente cómo es el uso del tiempo por parte de mujeres y hombres, cuánto invierten las mujeres en las actividades de cuidados y trabajo doméstico y cómo se valoriza o no este trabajo como aporte económico. Este trabajo no es reconocido como aporte económico, pese a ser imprescindible para la vida y la reproducción de la fuerza de trabajo.

A pesar de ello, está presente en los hombres, de manera individual y en la sociedad de manera colectiva, una gran resistencia al cambio, y lo peor es que hay falta de políticas y programas que conduzcan a la redistribución del trabajo doméstico y de cuidado, también del  uso del tiempo y, en definitiva, a cambiar la división sexual del trabajo. Por ello, es necesario avanzar hacia una transformación cultural, que reconozca el valor de los cuidados y el aporte histórico de las mujeres a sostener la vida y la economía

Durante los últimos tiempos, las feministas han resaltado que los cuidados tanto remunerados como no remunerados, son esenciales para sostener la economía y la sociedad, (Economía del Cuidado). La pandemia ha profundizado esta realidad  y por tal razón los Estados tienen una oportunidad para  aprovechar y reforzar las políticas de cuidados (Belén Villegas Plá)

También, los movimientos feministas han ganado presencia latinoamericana, para abordar la violencia de género, la salud sexual y reproductiva, la división sexual del trabajo (el doble trabajo de las mujeres), y otras situaciones de género. Estos temas han cobrado prioridad después de la crisis provocada por el Covid.

Por esta razón, las políticas de cuidado deben ocupar un lugar central en la reforma de los sistemas de protección latinoamericanos, que normalmente son débiles y precarios. 

De la misma forma, el implementar políticas de cuidado que enfrenten la división sexual del trabajo para cambiarlo, puede conseguir que los gobiernos superen el sistema patriarcal vigente, sistema que opaca las necesidades de las mujeres, las hace más dependientes y con una desigual posibilidad de acceso a los derechos y beneficios de las políticas.

Para la ejecución de políticas de cuidados, es necesario enfrentar cuatro retos: primero, definir los presupuestos sensibles al género para los cuidados; segundo, tanto los técnicos como los políticos deben considerar la inclusión desde una perspectiva feminista en todas las etapas para evitar sesgos de género que contribuyan a mantener los estereotipos y la división sexual del trabajo en este ámbito. Tercero, la corresponsabilidad de género y la implicación de los hombres en el cuidado que contribuirán a transformar el rol de masculinidad dominante. Por último, estas políticas públicas funcionarán mejor a medida que sean consensuadas por los diferentes agentes gubernamentales y sociales, incorporando mecanismos de participación de los grupos en defensa de los derechos de las mujeres, los movimientos de personas con discapacidad y personas mayores, entre otros.

SENTIDO COMÚN

MARÍA ISABEL CAERO

Arquitecta

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