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  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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Escraches desde el confesionario

Escraches desde el confesionario

Te pregunto, sí, a ti, ¿qué hubieras hecho si a tu hermana o mejor amiga, la pildoreaban, la abusaban sexualmente, la dejaban tirada en una esquina a altas horas de la noche? O tal vez, tú fuiste uno de ellos y no sientes ningún apego a la vida, al amor y te vale nada lo que pueda pasar. Pero resulta que esa chica, a pesar de haber creído en ti, es una mujer fuerte y decide denunciarte, para eso necesita pruebas y someterse a interrogatorios de oficio en ciertas instituciones. 

Luego, si la chica es decidida y quiere justicia para castigar al supuesto ultrajador, tiene que peregrinar por espacios machistas, que en primera instancia juzgan que ella miente para ganar protagonismo o simplemente porque merecía, porque una señorita no se comporta como ella.  

Después, la denuncia cae en saco roto, la muchacha se desgasta y el ultrajador se campea inocente, mientras no se pruebe lo contrario. Al final, el caso es archivado en “denuncias falsas” y todo bien, gracias, aquí no pasó nada. Mientras, las amigas que posiblemente estuvieron en una situación igual o parecida, le aconsejan que tome la píldora del día después. 

¿Ustedes creen que el embarazo es el único riesgo? No, riesgos hay muchos, desde las ETS, el VIH, el daño psicológico y al exterior, el miedo que instalan los depredadores con la burla, el acoso permanente, la mala reputación, que resulta, obviamente, de los machos que construyen esa masculinidad tóxica, además que siembran dudas respecto a la culpabilidad de las mujeres que cayeron en sus redes. 

Pero resulta que las chicas de ahora no tienen miedo de denunciar públicamente. Cuánto tiempo las mujeres de mi generación vivimos amordazadas con y por la violencia machista, hoy, se la visibiliza porque las niñas y muchachas hacen política desde su espacio. Es así que cada generación tiene sus herramientas y en este tiempo se utilizan las redes sociales para poner en evidencia las violaciones de los derechos humanos. 

El mentado caso del confesionario denuncia la cruda violencia de género, donde las víctimas deciden hablar a través de las redes sociales, visibilizando a los perpetradores sexuales por medio del escrache, que modela una forma de intervención política, de una generación de mujeres jóvenes utilizando una estrategia virtual de protesta, para evidenciar a los agresores. 

El escrache es una forma de sanción social, un repertorio de protesta que emerge de la necesidad de abrigarse colectivamente, a través de tejidos articulados para lograr que los delincuentes sean juzgados socialmente, debido a que la justicia de varones es un largo camino a recorrer, que finalmente termina en el agotamiento, en la falta de energía y solo se obtiene la burla de los depredadores sexuales.  

Habrá que recordar que las feministas de los setentas nos movilizábamos como pieza clave para el cambio de estructuras; ahora tenemos una generación de mujeres que asimilaron estas formas y se movilizan para lograr cambios culturales con sus propios significados. Así tenemos a mujeres jóvenes resueltas que difunden sus derechos y denuncian los atropellos del sistema patriarcal. 

#Miracómonosponemos; #Yosítecreo; #AintNoCinderella; #Niunamenos; #MeToo. Hashtags que hermanan a mujeres y alientan a confirmar la violencia de género. 

MIRADAS ANTROPOLÓGICAS

MARÍA ESTHER MERCADO H.

Antropóloga y docente

universitaria

[email protected]