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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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El controversial miedo

El controversial miedo

En marzo del pasado año creíamos que en algún momento el contagio sería inevitable. No sabíamos cómo lidiar con el miedo a lo desconocido. Era un virus que hacía estragos controlándonos con tanquetas, caimanes y esposas. Vivíamos y sobrevivimos encerrados, algunos engordando, otros adelgazando y durmiendo con dolor de estómago porque no tenían qué llevarse a la boca. Las redes sociales estaban inundadas de avisos necrológicos y en búsqueda de medicamentos, plasma, respiradores y de crematorios. Pensábamos el adiós a los seres queridos. En fin, caótico surrealista. 

Para Edgar Morín, “el miedo es un concepto típicamente equívoco, que no es necesariamente algo negativo porque permite múltiples exploraciones”. Para la antropología es una emoción desagradable causada por la amenaza de peligro, de dolor o de daño, pero si se lo estudia no se lo puede reducir a una emoción individual, porque las emociones forman parte del individuo, las que a su vez, son creaciones culturales que están influenciadas por el entorno social, cultural y político, lo cual es fundamental para entender el surgimiento y la gestión de los temores. Los miedos se gestionan de forma distinta, incluso al interior de una misma cultura.  

Si pensamos en el miedo colectivo, en Cochabamba será diferente al miedo colectivo de Nepal. Si hablamos de la muerte, no será lo mismo hablar de ella, aquí o en India. Pareciera que esta emoción se la gestiona según las creencias religiosas. Siendo así, debemos aprender a vivir con la incertidumbre y controlar nuestros miedos. Un asunto colectivo, más allá de la emoción, es saber cuáles son las estrategias y mecanismos para poder afrontar y superar los miedos y esto nos hace ver cuáles son las representaciones sociales, las ideas, los valores de las distintas sociedades. Dentro de este orden de ideas se debe realizar la diferencia entre miedo y angustia. La angustia es una emoción sin un objeto definido. 

En función a lo planteado tendríamos que saber cuáles son los miedos o angustias que nos controlan estos últimos momentos. El miedo colectivo, por ahora, es que el virus COVID-19 invada nuestra casa; sin embargo, esta emoción contagiosa puede ser positiva cuando, por las respuestas que moviliza, puede evitar un desastre y salvar personas. Pero, por otra parte, el abanico de la angustia es amplio, porque no sabemos si habrá remedios, si llegaremos a una UCI, si conseguiremos dinero para sobrellevar esta enfermedad. 

¿Cuál es la nueva normalidad en estas circunstancias? Hay muchas y diferentes. Lo cierto es que cuando se internaliza el miedo, se lo relativiza y controla. Esta situación es como mirar una película de Alfred Hitchcock donde habrán escenas de miedo que no nos afectarán porque sabemos que es película y seguiremos comiendo pipocas y saliendo a la calle sin barbijo. Total, yo vencí el miedo y se cómo controlarme. Lo que desconocemos, es si somos o no, portadores asintomáticos del virus que remata con millones de vidas en el planeta. 

Así que esta nueva normalidad nos deja ver la realidad tal cual publicidad y con ello todos los sujetos selfeándose frente a la muerte en restaurantes, promociones o matrimonios. En este surrealismo griego y amorfo nos codeamos con el miedo y ya no alimentamos a los déspotas. 

MIRADAS ANTROPOLÓGICAS

MARÍA ESTHER MERCADO H.

Antropóloga y docente universitaria

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