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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Construyendo miedos

Construyendo miedos

Desde hace semanas estamos viviendo estallidos de violencia que, se acepte o no, se ha extendido a numerosos dominios de la vida cotidiana. Vivimos la violencia política, social, delictiva, seguramente familiar, étnica, simbólica, etc. ¡Ah! y con certeza la violencia virtual, que se apropia de la individualidad en las redes sociales, podría acopiar las formas mencionadas anteriormente.

¿Qué es la violencia? ¿Se la puede definir? Desde hace mucho sociólogos y antropólogos reconocen que violencia es un término polisémico caracterizado por la ambigüedad, la misma que puede definir acciones individuales o colectivas; organizadas o espontáneas; ritualizadas o rutinizadas; legales o ilegales; intencionales o no intencionales. Sin embargo, el hecho que la definición sea ambigua, no significa nada en relación a los momentos donde se ejerce efectivamente la violencia a través de la imposición física, ya sea por mantener el poder o por perderlo y esto se ejecuta con formas represivas que la vuelve aún más perversa, por diversos factores, uno de ellos es el miedo; el miedo a perder los privilegios o a un futuro inseguro. Dicho de otra manera, ¿cómo nos explicamos que los llamados grupos de choque sean personas aparentemente sin miedo, tal vez porque no tienen nada que perder? 

Pues bien, actualmente vivimos en sociedades donde se gestiona el miedo. Muchos estudiosos coinciden en señalar que no existe en la historia humana una época tan proclive al temor y la renuncia a la libertad, como la moderna. “Vivimos en una batería de miedos, donde está cercada toda la sociedad”. Esto sugiere que, en la cultura del miedo están fracturadas las posibilidades de diálogo, porque se mira al otro como enemigo y amenaza. Entonces, ambos bandos, aprovechan esta situación generando más miedo e incertidumbre; aquello que se llama “pánico moral”, lo cual representa una amenaza para la sociedad. El pánico moral es una constante hace más de un siglo y es parecido a la "cacería de brujas", el mismo que se lo promueve mediáticamente y se enmarca en términos de amenaza para los valores e intereses de la sociedad. (Unos, advierten a la prensa y otros, instruyen a sus cómplices). Además, y reforzando, vivimos en dicotomía, incluso en las redes sociales se alimenta este accionar, tal cual prensa roja. El diablo no sabe para quién trabaja. 

Sobre el miedo, el psicoanalista Erich Fromm señala las causas y consecuencias del auge del fascismo en Europa a mediados del siglo XX. “Hemos debido reconocer que millones de personas, en Alemania, estaban tan ansiosas de entregar su libertad como sus padres lo estuvieron de combatir por ella. (…) Que la renuncia a la libertad se explica por medio de dos factores, el ansia de sumisión y el apetito de poder, reconociendo que estas tendencias no son características de los totalitarismos, sino que se encuentran también en las democracias”. Esto revela que, el hombre se debate entre el amor a la vida y la destrucción y, el autoritarismo, se sostiene en el miedo a ejercer la libertad.

En efecto, el miedo internalizado producto de la violencia actual es borroso, sobre todo porque la búsqueda del “bien mayor” se desvanece frente al poder circunstancial y narcisista de mentes maquiavélicas.