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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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El compromiso es personal

El compromiso es personal

Todas de alguna manera hemos vivido o presenciado la violencia que ejerce el sistema patriarcal en diferentes momentos de nuestra vida. La violencia contra las mujeres constituye una práctica social que se sustenta en la discriminación y la construcción de relaciones de subordinación. Según el Ministerio Público de nuestro país, en los meses de enero y febrero del año en curso se reportaron 6.332 casos de violencia contra las mujeres. 

Muchas personas consideran que el feminismo es lo opuesto del machismo, pero no es así, porque las mujeres feministas no queremos construir relaciones que sean subordinadas, lo que queremos es cambiar las relaciones de poder, que nadie domine, ni someta a nadie. Algunas mujeres le tienen terror al feminismo por eso dicen que son femeninas y no feministas.  

Y nada más para aclarar, el feminismo es una combinación de tres evidencias: la primera es constatar que en todas las sociedades las mujeres están en peor condición que los hombres. Los indicadores sociales como el trabajo, salud, educación demuestran tal aseveración: que las mujeres están en condición de desigualdad. La segunda evidencia, es considerar que está mal que sea así y la tercera es el convencimiento que hace posible que las mujeres feministas asuman un compromiso en la vida cotidiana para no reproducir la desigualdad y, principalmente, para revertirla. 

Dicho de otro modo, el feminismo politiza la vida cotidiana a partir de la vivencia personal y esto no es sencillo, pues al cuestionar el orden político establecido, la condición de demanda es subversiva, probablemente en escenarios domésticos como la casa, el trabajo, la calle, las instituciones, las instancias jurídicas, etc. de manera que ser feminista es luchar por leyes igualitarias, es ejercer el derecho de una salud sexual y reproductiva, es luchar por el derecho de una educación igualitaria incorporando la equidad de género. Cualquier persona es feminista, incluso los hombres, si se comprometen en su vida cotidiana de producir igualdad, allá donde hay desigualdad de género. Ciertamente, para ellos el camino es de obstáculos porque también tienen que luchar contra aquello que construye la masculinidad controlada. 

Ahora bien, el feminismo hasta el momento tiende a ser visto como una secuencia de olas históricas. La primera surge a lo largo del siglo XIX donde las mujeres luchan por la obtención de igualdad de derechos en el matrimonio y el derecho al sufragio. La segunda ola estuvo determinada por reclamar derechos familiares, laborales y de reproducción. Y la tercera ola desde 1990 es el empoderamiento de la mujer, una mujer que pueda desarrollarse en múltiples espacios, donde se manifiesta la solidaridad, expresada en la sororidad.

Por todo ello, debemos mirar la lucha sostenida de las mujeres por conseguir la equidad de género, como una lucha por el respeto a los derechos humanos fundamentales. Es así que marzo es un mes que se visibiliza en todo el mundo, el mes de las mujeres, pero eso no quiere decir que todo el año no se trabaje para lograr la equidad de género y para eso las organizaciones, los movimientos de mujeres, intentan unir las luchas entre el centro y la periferia, siempre en la perspectiva de lograr mejores días para la sociedad en su conjunto. 

MIRADAS ANTROPOLÓGICAS

MARÍA ESTHER MERCADO H.

Antropóloga y docente 

universitaria

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