Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Nuestros premi(ad)os

Nuestros premi(ad)os

Puedo equivocarme, pero de chico siempre tuve la referencia de héroes nacionales derrotados. ¿No basta, para esto, con revisar nuestros textos escolares? Carente de referencias, iba importándolos o los maquinaba sin mucha imaginación.

Los premios. Sus denominaciones en el transcurso histórico han ido ajustándose a las convenciones del lenguaje. La proximidad connotativa existente entre los vocablos ‘distinción’, ‘condecoración’, ‘reconocimiento’, ‘galardón’ o ‘premio’ radica en las particularidades de su uso, en la relación a su sentido de referencia o en la convención social que lo gestiona. ‘Resaltar’, ‘distinguir’, ‘reconocer’, ‘encomiar’, ‘encumbrar’, ‘enaltecer’, ‘exaltar’, ‘ponderar’, ‘aclamar’, ‘proclamar’, ‘elogiar’, ‘loar’, ‘laurear’, ‘galardonar’, ‘honrar’… El castellano es altamente fértil al haber acuñado tantos verbos para esta acción. Podría distinguir cinco categorías para el análisis de estas diferentes manifestaciones. La primera, del tipo de organización social que realiza su gestión (sea una entidad privada, una organización estatal, un colectivo ciudadano); la segunda, vinculada a la cualidad del reconocimiento que se brinda (un homenaje, un reconocimiento de honor, un galardón); la tercera, al tipo de reconocimiento que se hace efectivo (honorífico, pecuniario); la cuarta, a su proceso de selección (será resultado de un marco concursable, de un consenso, de una tradición) y, por último, a la intención de su llamado (será de fomento, de excelencia a la creación, de consagración). 

Wikipedia señala que, desde su instauración en 1969, el Premio Nacional de Cultura del país ha tenido 46 galardonados. Todos (y todas) eximios. Se advierte, al recorrer los nombres de este listado, la energía, el tesón, el virtuosismo y la disciplina que han entregado en sus vidas y en sus obras. Acercarse a su legado es tener la referencia por la cual vale la pena arriesgarse a —siquiera— emular.  El ‘pachi’ que nos han reglado “tata Rumikancha”, el lingüista Pedro Plaza Martínez, y el que nos dijo “Coco Manto”, el poeta Jorge Mansilla Torres —los galardonados con las máximas distinciones culturales del país de 2019, este pasado jueves— en realidad se las debemos a ellos. Las ‘gracias’ son siempre recíprocas; envuelven al otro, dependen de él. 

Que la gala de su reconocimiento no permita advertir que el derroche es más importante que la seguridad de la vida de los galardonados. Que la sociedad del espectáculo ceda: Una pensión vitalicia digna, debiera ser el homenaje a ‘nuestros’ premiados.