Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 22:24

El 27 de febrero de 2010, un terremoto 8.8 azotó Chile. La zona más afectada fue Dichato, un pueblo pesquero en la región del Bio Bio. Muerte y destrucción como consecuencia del posterior tsunami. Las imágenes dantescas enmudecieron al mundo. Junto a los equipos de rescate, se sumaron psicólogos para trabajar hacia adentro.

¿Cómo sanar esta clase de dolor? Una noche, el pueblo reunido alrededor de una fogata, colocó pedazos de su casa destruida o prendas de un ser querido perdido. El fuego fue un signo de transformación. Un abrazo colectivo para empezar a reconstruir Dichato. Un necesario cierre para el inicio de otra etapa. Así aprendí el significado de la palabra “resiliencia”. 

Escribo estas palabras en una tarde de lluvia copiosa. De fondo, el playlist llegó a Fito Paéz. La canción dice “¿quién dijo que todo está perdido? yo vengo a ofrecer mi corazón”. Hace años, leí una entrevista sobre los sucesos que motivaron esta canción y un disco. Un psicópata  asesinó a su abuela y tía a sangre fría. Tan desgarrador que solo un artista es capaz de sublimar ese dolor en arte, en una canción que te rompe el alma. 

En algún momento, eso es lo que nos ha sucedido. Nos hemos fracturado a lo largo de la historia con episodios para el olvido. El yeso llegó hace 13 años con la esperanza de que sanen esas heridas y los huesos rotos se puedan unir. Pero el yeso dejó de cumplir su función. Tal vez nunca lo hizo. Incomodó y su retiro fue tan doloroso como la fractura misma. Ahora la herida está expuesta y requiere atención urgente. 

Las calles se limpian y las piedras se levantan. Se convertirán en muro en otro lado. Llegarán a su destino mientras entre comillas, decimos normalidad. Esa que nunca más volverá porque sin importar donde estés, el dolor nos perseguirá hasta que llegue la cura definitiva. Sin calmantes ni anestesia. El hueso debe soldarse para estar en paz. Para perdonarse o abrazarse. Sentarse en una mesa y escuchar. En un grupo de WhatsApp, mandaron la lista de heridos y fallecidos de estos días oscuros. Alguien dijo: ¿y de qué bando son? Le dijeron: “del perdedor, cuando alguien muere todos ya hemos perdido”.

El miedo es una poderosa arma que se desactiva con esperanza. La violencia se desarma con ataraxia, con shalom. La canción ha terminado y dice así: “Y hablo de países y de esperanzas. Hablo por la vida, hablo por la nada. Hablo de cambiar esta nuestra casa. ¿Quién dijo que todo está perdido? yo vengo a ofrecer mi corazón”.