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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Necesitamos más niñas deportistas

Necesitamos más niñas deportistas

El marco mundial de los Juegos Olímpicos es una excelente manera de despertar el interés de las niñas por el deporte. Aunque todavía hay evidente desigualdad tanto en la popularización como en la profesionalización de los deportes femeninos, una de las barreras contra las que por años se ha ido luchando ha sido la de los modelos dominantes sexistas dentro los campos deportivos. Tanto en la cantidad predominante de varones deportistas, que aún en Tokyo 2020 se puede apreciar a simple vista, como en las políticas de promoción en todos los niveles de las ligas femeninas de nuestro país.

Pero, ¿por qué deberíamos hacer hincapié en la inclusión de niñas por encima de los niños? Porque las oportunidades y opciones que ellos tienen se dan casi de manera espontánea, al ser educados dentro de paradigmas sociales patriarcales, el ser activos y osados, características que se les suelen incentivar prácticamente desde que nacen; no así en las mujeres, a las niñas se les inculcan la pasividad y obediencia como valores fundamentales de su formación o desarrollo y se incide en ello con ahínco cuando llegan a la adolescencia.

Se pueden identificar muchos factores que impiden que las niñas perseveren en la práctica deportiva, por ejemplo: La estructura tradicional de las familias inducen a las niñas a las tareas de cuidado y mantención del hogar desde muy temprana edad, a diferencia de los niños. A partir de cierta edad las niñas no pueden salir solas ni tomar transporte público por el riesgo inminente del acoso callejero. Al igual que con la educación, se subestima la importancia de la preparación competitiva de las niñas lo que deriva en pronta deserción. El embarazo adolescente es otra cruel realidad que en Bolivia presenta cifras alarmantes, acrecentadas por el confinamiento durante la pandemia y por la nula educación sexual desde el Estado y las instituciones. La precariedad también las expone muy pronto a matrimonios o uniones por conveniencia y se libre así a las familias de esa “carga” económica. Entre los ocho y 12 años de edad, según cifras de la FELCV, se registra la mayor cantidad de abuso sexual contra la infancia, donde el mayor porcentaje de violaciones sucede dentro de sus propios hogares a manos de familiares o cercanos, factor que las puede condenar además a embarazos y maternidades obligatorias como consecuencia, además del trauma físico y emocional que el abuso sexual causa en su integridad y que, si se supera, casi nunca es antes de la adultez.

El acercamiento al deporte indudablemente crea nuevos parámetros de comportamiento, como el coraje y el liderazgo, practicar constante ejercicio físico repercute principalmente en la autoestima de las niñas y ayuda a desafiar los estereotipos sexistas como “cuerpos esbeltos”, deshechando el concepto para reemplazarlo por el de “cuerpos saludables y fuertes”. 

Finalmente, esta aproximación al deporte puede facilitar su mayor independencia corporal y estabilidad emocional como herramientas importantes a la hora de identificar situaciones de desigualdad; también, promover la competencia segura, sana y justa que luego se equipara en los conflictos personales. Esta percepción de sí mismas proporciona recursos esenciales para ser utilizados en el futuro dentro y fuera del campo de juego. Al mismo tiempo, regir su práctica deportiva bajo una normativa, puede ser fundamental para adquirir el hábito de acudir a los marcos legales para conducir su vida personal y ejercer sus derechos frente a la sociedad.

En este contexto, una cobertura de los medios que equilibre en proporción y calidad la presentación de deportistas mujeres con la de hombres puede jugar un rol fundamental, importante y urgente para nuestra sociedad porque las deportistas son modelos reales de empoderamiento que dan confianza sobre el desarrollo del potencial y las oportunidades tangibles que, gracias a su esfuerzo, las niñas y adolescentes pueden obtener. Durante los últimos años miles de niñas han presenciado, por ejemplo, la perseverancia y desempeño de deportistas nacionales como Karen Torrez o Ángela Castro, las dos representantes mujeres a los Juegos Olímpicos o han sido testigos de la revolución que la mediática gimnasta estadounidense Simon Biles ha significado en el deporte mundial.

Pertenecer a un equipo de iguales, manifestar su liderazgo sin limitaciones, obtener resultados físicos a partir de la disciplina y esfuerzo, identificarse con un objetivo alcanzable, valorarse y ser valoradas por estas capacidades, son experiencias emocionales que pueden permitir que las niñas se perciban libres, seguras y visibles por sí mismas, principalmente en esta etapa entre niñez y adolescencia.

#FOROFEMINISTA

Marcela Yépez Aramayo

Comunicadora social y activista feminista.

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