Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 13:31

El peso del voto feminista

El peso del voto feminista

A medida que las demandas y la intervención de las organizaciones de mujeres avanza en la denuncia de distintos espacios de desigualdad, se hace evidente la ignorancia que como gente común tenemos sobre muchos fenómenos sociales que han merodeado en nuestro desarrollo desde siempre, tanto así que las hemos normalizado y asimilado como parte del "altruismo y bondad" que como mujeres-madres nos inculcan como valor innato.

En su libro “La Guerra contra las Mujeres” (2016), Rita Segato describe la sociedad como una pirámide invertida, como las que forman los acróbatas en los circos, donde una a una se superponen hileras de equilibristas hasta armar un edificio completo de gente a duras penas sostenidas, pies sobre cabezas, estrato sobre estrato, “pero allá abajo, en la fundación, en la base de la pirámide, yacería, sustentando el edificio todo, un cuerpo de mujer”.

Segato explica así el lugar de subordinación en que están las madres explotadas, las mujeres golpeadas, las hermanas asesinadas, las niñas abusadas, como representación de la figura femenina agredida, es tan evidente como evidentes serían las acciones para revertir su situación, los famosos “pactos” como medidas de intervención lógica, pero la imposibilidad de hacerlo está arraigada. ¿Por qué? Porque son muchos los entes que en nombre de la religión, de la familia, de la producción, de la educación, sienten este “altruismo” de la mujer como soporte estructural de sus vidas y de la sociedad misma. Pero esa mujer subyugada está despertando, pese a todo un sistema que indica que ese es su lugar y no otro, se está sacudiendo el polvo de encima, ya no está dispuesta a abandonarse y a realizar los sacrificios sobrehumanos que nuestras abuelas asumían estoicamente. Como una ola, el desastre social deviene, pero el feminismo se está encargando de contener estas vidas, la sororidad se ha vuelto un pacto de mancomunidad bullicioso que incluso desafía al Estado cuando dice #YoSíTeCreoHermana y, principalmente, ha destruido el dedo acusador que imponía la culpa como transversal en todo acto de nuestras vidas. A 40 años de haber tenido la primera Presidenta en Bolivia, hoy nuevamente las mujeres jugamos un rol primordial en la coyuntura electoral que se avecina, el voto feminista hará la diferencia y así lo han entendido los partidos candidatos cuyas campañas atípicas han colocado las demandas feministas en primera línea, mujeres de todas las esferas sociales se han integrado a las listas y propuestas electorales y la violencia machista, sistemática, se ha detectado como el enemigo común a erradicar.

En este contexto, compañeras, debemos ejercer nuestro derecho de sufragio, es la única manera de exigir cuentas a quienes ahora nos gobiernan y por años hicieron caso omiso a nuestra furia cuando una mujer más era cruelmente asesinada por su pareja o cuando cifras alarmantes de violaciones a la infancia requerían la alerta nacional propuesta en una Ley 348 de escritorio. Como un gesto de responsabilidad y de reivindicación, este 20 de octubre dejemos claro que la razón feminista no ha sido comprada ni manipulada y que tenemos decidido el futuro que a partir de ese día se comenzará a armar para las y los más jóvenes. Al día siguiente podremos sentir que no hemos defraudado a ninguna de las guerreras que de orígenes distintos lucharon por llevarnos a un mismo destino de libertad y reconocimiento civil.

Entrando en la página solicitada Saltar publicidad