Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 20:52

Suicidas - asesinos

Suicidas - asesinos

El mundo se halla desesperado, casi un año de pérdidas de millones de vidas, afectadas las  economías de los Estados y las familias, sin perspectivas de pronta recuperación y aparece una nueva variante del COVID-19 que dicen es mucho más contagiosa que las ya identificadas, con lo que las esperanzas de inicio de normalización de la vida se ve postergada, provocando angustia  e incertidumbre, más en estas fechas en las que muchas familias deseaban reunirse alrededor de una mesa, así sea para compartir una humilde cena.

Las autoridades de todas las tendencias políticas, incluidas aquellas que en principio negaban la letalidad del virus, se vieron obligadas a tomar medidas más rígidas en esta segunda ola para evitar contagios y las consiguientes pérdidas de vidas, aún sabiendo que pueden perder popularidad.

En Bolivia, con dolor e impotencia vemos el rebrote vertiginoso de la pandemia y que nos encuentra en las mismas condiciones en las que con mucho esfuerzo, sobre todo humano del Sistema de Salud, se logró aplanar la curva.

La soberbia muy propia de quienes nos gobiernan les hizo pensar que su llegada al poder era suficiente para que la pandemia intimidada retroceda o que ante el azote aceptaríamos el retorno de agentes cubanos, disfrazados de médicos; tal es así que se dio rienda suelta a concentraciones políticas, manifestaciones de apoyo y protesta, bloqueo del botadero, festejos por promociones, borracheras e incumplimiento de las escasas limitantes y flexibles normas existentes.

Muchas personas, con arrogancia, justifican sus actos irresponsables, indicando que no le temen al virus porque  “de algo hay que morir”, revelando su gran desapego a la vida y una vocación suicida, la misma que puede ser respetable porque demostraría que son conscientes de su estéril existencia y que son solo una pesada carga para su familia y la sociedad. De ser así, que se suiciden contagiándose con el COVID-19 o de la manera que elijan; pero que lo hagan en soledad, ya que no tienen derecho alguno de condenar a muerte a personas que aman la vida y desean vivir, sean estas de su entorno o simplemente tuvieron la desgracia de coincidir en el espacio en la que el/la irreverente dejó la infección como es el caso del personal de salud  o de las fuerzas de seguridad. Para colmo, es posible que el/a suicida, por los cuidados de médicos y enfermeras, sobreviva al virus, pero en el camino siembra la muerte de otros/as , incluso de los/as que le cuidaron, situación en la que de suicida pasa a ser asesino/a.

Si queda aún un poco de amor por la vida y sentido de responsabilidad, evitemos contagiarnos y contagiar a los demás, no seamos suicidas-asesinos.

DE FRENTE

JULIETA MONTAÑO S.

Abogada y directora de la OJM

julietamontañ[email protected]

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