Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Soberbia, angurria y violencia

Soberbia, angurria y violencia

Va concluyendo el año 2021 y la humanidad azotada por la pandemia no encuentra soluciones que le den esperanzas en el corto plazo, cada día aparecen nuevas variantes que desafían la capacidad de la ciencia generando pavor en la sociedad. En este momento ningún científico se halla en condiciones de, al menos, sugerir una posible fecha de salida de esta dolorosa pesadilla. Una vez más, la sociedad se enfrenta a una dura realidad en la que el gran desarrollo tecnológico ni el poder económico son suficientes para hacer frente cuando la naturaleza decide mostrar su hastío por los abusos que los seres humanos cometemos en ese empeño por dominarla. Hasta ahora son millones de vidas las que se han perdido directamente por el COVID-19 e indirectamente por las condiciones de pobreza y miseria que va provocando en todos los países.

La ira de la naturaleza se hace sentir en forma de desastres naturales que van desde tifones, terremotos, deslizamientos de montañas, inundaciones, hasta las explosiones incansables del volcán en La Palma, que hasta la fecha ha dejado a cientos de familias sin hogar y una economía agotada en la región.

Sin embargo, al parecer todas estas señales inequívocas que nos da la naturaleza sobre la insignificancia del ser humano, no encontramos signos evidentes de sincera humildad y búsqueda de reconciliación; al contrario, todo el poder económico y político acumulado aleja aún más de cualquier posibilidad de reencuentro. Las grandes reuniones convocadas para la búsqueda conjunta de soluciones realistas y duraderas al cambio climático terminan con tímidas declaraciones de buena voluntad que no son admitidas por todas las delegaciones. Al parecer, los impulsos suicidas se van imponiendo sobre la humildad, la sensatez y el apego a la vida.

En Bolivia, donde nuestros gobernantes no se cansan de repetir que aman a la madre tierra (la pachamama), en la práctica lo que hacen es destruirla no solo penetrando hasta lo más profundo de sus entrañas para explotar cuanto mineral se pueda encontrar en ellas, sino que sin piedad con la flora y la fauna dan rienda suelta a la codicia de sus afines, autorizan el trazado de carreteras por donde resulte más económico a sus socios a cuyo fin desvían ríos, provocan incendios, dinamitan montañas y  destruyen nuestro ecosistema.

Sería iluso de nuestra parte atribuir a la ignorancia de quienes tienen la responsabilidad de la toma de decisiones en el país; lo real es que la soberbia, la angurria y el placer que sienten al ejercer violencia les tiene enceguecidos y las lecciones que nos da día a día la vida no les  sirve de nada, ya no es suficiente causar sufrimiento a la gente que no comulga con ellos, buscan dominar la naturaleza.

DE FRENTE

JULIETA MONTAÑO S.

Abogada, feminista, defensora de DDHH

julietamontañ[email protected]